Obra de Rocío Tisera

sábado, noviembre 15

¿Te querés casar conmigo?


En medio de la peatonal céntrica de Córdoba, un joven detiene a una muchacha que caminaba distraída.
-¿Te querés casar conmigo?
-Disculpame, ¿qué decís?
-¿Te querés casar conmigo?
-¿Me estás haciendo una broma? ¿Por qué no te dejás de joder?
-¿Te querés casar conmigo?
-¿Pero a vos que te pasa? ¿Estás loco?
-¿Te querés casar conmigo?
-Bueno, es demasiado, te estás pasando de la raya. ¿Podés dejarme en paz? ¿Por qué no me dejás tranquila?
-¿Te querés casar conmigo?
-Me cansaste, no me gusta andar haciendo escándalos, pero si me seguís molestando voy a llamar a ese policía que se encuentra allá y…
-¿Te querés casar conmigo?
-¡Agente! ¡Agente! ¡Por favor!
-¿Te querés casar conmigo?
-Si señorita, ¿algún problema? ¿El señor la está molestando?
-Si, este imbécil no deja de molestarme, no se si está loco o si se está haciendo el vivo porque…
-¿Te querés casar conmigo?
-¿Escucha? ¿Se da cuenta, agente? Hace cinco minutos que me retiene aquí y no me deja de preguntar lo mismo, parece un disco rayado y…
-¿Te querés casar conmigo?
-Bueno, hagamos una cosa para terminar esto por las buenas, a ver si me entiende señor, la señorita le va a responder a su pregunta y usted dejará de molestarla.
-Pero agente, ¿Cómo se le ocurre que yo desearía casarme con este individuo que no conozco y que me parece insoportable y despreciable?
-Si señorita, contéstele de una buena vez así él la deja marchar. Y si a pesar de todo sigue molestándola, ya mismo lo llevo arrestado a la comisaría por…
-¿Te querés casar conmigo?
-¡No, estúpido! ¡No, infeliz! ¡Ni loca me caso con vos! ¡Hasta nunca y dejame de molestar!
La muchacha se alejó rápidamente del lugar y el joven se quedó con la mirada fija en el suelo, preso de una gran desazón y tristeza. El agente de policía, confundido pero algo conmovido por su reacción, le palmeó la espalda intentando animarlo. Le acarició el rostro con mucha ternura, y levantándole suavemente el mentón, le habló con voz dulce sin dejar de mirarle a los ojos.
-¿Te querés casar conmigo? –Dijo el agente.
-¡Claro que si! –Dijo el joven.

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