Obra de Rocío Tisera

miércoles, noviembre 28

MICROCUENTOS 2


PERRITOS: Cuando yo era chico, tenía una perra que se llamaba Tita y que había dado a luz a siete cachorritos. Los perritos eran muy bonitos y juguetones, excepto el que nació al último, o sea, el séptimo, que tenía esa maldita costumbre en cada noche de luna llena, de convertirse en niño. En un niño muy malcriado, para colmo.


ESPERANDO EL ÓMNIBUS: Hace mucho tiempo que espero el ómnibus. Tengo la sensación de que hace varios días que estoy aguardando, en esta sucia parada de autobús perdida en medio del desierto, que aparezca el maldito coche que me debe llevar a casa. Tengo hambre, frío, sed, sueño, cansancio... ¡Pero aguarden! Creo ver algo a la distancia que se acerca con prisa... ¡Si! ¡Si! ¡Es el ómnibus! Alla viene a toda velocidad por la ruta, ahí pasa adelante de mí como si fuera un rayo, allá va a lo lejos perdiéndose en el horizonte... Maldita debilidad que me dejo sin las fuerzas necesarias para extender mi brazo y así poder hacerle las señas para detenerlo...


IMPOTENCIA: No se me para. La pulposa prostituta se contornea con mucha sensualidad delante de mí, pero no hay caso, mi miembro viril continúa flácido, sigue innerte, desmayado, sin vida. Te odio Priscila. Te odio con toda mi alma. Tu amor, tu desamor, me han convertido en un pobre y ridículo impotente que no puede dejar ni un solo segundo de pensar en tí. Ni siquiera en este momento.


SOL DE MADRUGADA: Una vez, siendo niño, mi bisabuela me contó que cuando ella era chica, en plena madrugada, apareció de pronto en el cielo un sol gigante y resplandeciente. Recuerdo muy bien que yo la interrumpí diciéndole que eso era imposible. Ella me respondió que lo verdaderamente imposible, fue poder dormir aquella fulgurante noche.

lunes, noviembre 26

No se para que volviste


¿Por qué has regresado? Ya había logrado olvidarte, quitarte de mis tristes recuerdos... ¿Por qué volviste? ¿Para qué volviste? Con todo el daño que me causaste, con todo el dolor que dejaste pegado en mí, con tanta tristeza y depresión que me contagió tu presencia... Ya te había olvidado, ya te había extirpado de mi realidad... Pero volviste. Te veo en un rincón de mi cuarto con tu mirada soberbia y prepotente, fisgoneando por todos lados buscando algo, buscando a alguien... Te veo pálida pero hiperactiva, espectral pero radiante, tal como cuando te conocí aquella noche. Ya me has hecho mucho daño. Por tu culpa me quedé sin amor, sin la mujer que más amé, sin mi hija a lo más bello y mágico que llegué a conocer en este gris mundo, sin la contención y el cariño de mis queridos padres... Soy la persona más solitaria del mundo. Ahora no es necesaria tu compañía, no es necesaria esa mano blanca que me acaricia suavemente para quitarme el aliento. Muerte, Parca, Huesuda... ¿Cómo quieres que te llame? No entiendo porqué te has tomado el trabajo de venirte hasta aquí para llevarme a tu reino. No comprendo porqué, maldita muerte, me visitas esta noche tan oscura y callada. ¿No comprendes que al llevarte la vida de mi niñita, de mi joven esposa, de mis amados padres, también te llevaste la mía? ¿No entiendes que desde hace tiempo tan solo finjo vivir, pero que en realidad soy ni más ni menos que un pobre y aflijido fantasma? Márchate sombría muerte, de verdad no tiene sentido que vengas por mi, ya que no tengo nada que pueda perder, nada que pueda interesarte, no tengo sueños, no tengo amor, no tengo vida, no tengo alma...

FIN

martes, noviembre 13

MICROCUENTOS


MI AMIGO INMORTAL: Tengo un amigo inmortal que cada día que me visita llora y llora diciendo que me voy a morir. Yo lo consuelo, y le digo que solamente tengo veinte años. Él, en ese momento, se larga a llorar más fuerte aún, mientras entre sollozos me recuerda que un siglo, que un milenio, no es nada.

MI UNICORNIO ROSA: Mi unicornio rosa ayer se me perdió. No se si me fue. No se si se escapó. Un vecino me dijo que ayer lo vio corretear por el Parque Sarmiento junto a un hermoso unicornio azul.

MI LORITO: Cuando era niño tenía un loro que era grandote y de brillantes plumas verdes y azules y que solía gritar: "¡Viva el Che Guevara!". Yo era muy chico, corría el año 1979, pero aún recuerdo como una noche, a la madrugada y mientras todos dormían, pude ver a traves de mi ventana, a unos extraños vestidos de verde que entraron a mi patio y se lo llevaron. Nunca más volvimos a ver ese loro. Nunca.

CHICAS: Una vez me enamoré de una chica vegetariana que conocí en mis vacaciones en la India y alcanzamos a salir por unos cuantos meses. Debo reconocer que con ella me fue mucho mejor que con aquella chica canibal que conocí en mi viaje a África. La vegetariana, al menos, no se comió ninguno de mis dedos...

martes, noviembre 6

Arañas

Una tarde, hace solo cuestión de días atrás, Juan se encontraba en el patio de su casa, situada en la zona rural de Monte Cristo, tomando unos mates bajo la fresca sombra de un sauce. De pronto, solo de casualidad, alcanzó a ver como de una de las ramas que estaban a unos metros sobre el, una araña gris y de figura repugnante comenzaba a bajar sostenida por un fino hilo. Juan la miró fijamente y al principio le llamó un poco la atención su aspecto, pero luego no le dio demasiada importancia y, olvidándose de ella, continuó tomando sus mates amargos en esa cálida tarde. La araña, de repente y a gran velocidad, comenzó a subir y a bajar entre las ramas dejando tras de si una bellísima telaraña plateada que parecía haber sido trabajada por un delicado orfebre. Juan, ahora sorprendido, veía embelesado esas formas tan perfectas que creaba ese insignificante arácnido. Se puso a pensar entre mate y mate, lo sabia que es la naturaleza y el misterio que atesora en el interior de cada ser viviente. Pero minutos después, se volvió a sorprender y aún más que antes, al notar que aquella telaraña llevaba incrustadas en su trazado... ¡Letras! ¡Si! Letras de hilo que parecían tener un orden, como si tuvieran una razón de ser y no fueran producto del azar. Allí había una C, ahí una U, por allá una I... Esperó unos minutos más y terminó de leer lo que insólitamente había escrito esa araña. Lo más escalofriante de todo, es que esa frase guardaba un sentido y estaba escrito con claridad: “Cuidado con la araña”. Juan casi se atraganta con la bombilla del mate al leer eso. Volvió a mirar la araña que ahora colgaba inmóvil de aquel hilo sujeto a la rama, observó detenidamente la telaraña con el mensaje y no pudo con su curiosidad. Con lentitud se acercó a ella. Quizás por eso, no tuvo el tiempo necesario para darse vuelta y así ver lo que se encontraba detrás de él. Una araña de tamaño monstruoso, tan grande como una vaca, se acercó a Juan con tal velocidad que cuando él se percató de ella, no tuvo tiempo ni siquiera para correr. En solo unos minutos, la monstruosa araña lo terminó de enrollar con su tela, dejándolo completamente inmóvil. Fue en ese momento en que la atroz criatura lo tomó con su húmeda y gigantesca boca, y lo llevó velozmente hasta donde se hallaba su nido.

FIN