Obra de Rocío Tisera

miércoles, abril 29

El aguila


Hacía mucho tiempo que quería hacerme un tatuaje. El problema era que no tenía bien en claro con cual quedarme. Buscaba algo que fuera original, único, impactante, con personalidad. Después de un año de búsqueda, finalmente logré encontrar un diseño que me terminó de convencer. Hallé ese dibujo de casualidad en medio de un montón de revistas de historietas. Estaba en una peluquería, esperando mi turno, y apenas lo vi no lo dudé, me agaché un poco, fingiendo leer para ocultarme tras una planta que estaba sobre una mesita ratona, y de un rápido tirón arranqué esa hoja de la revista. Inmediatamente cambié de planes y en lugar de cortarme el cabello, que buena falta me hacía, me dirigí a un local que un amigo tenía en el centro comercial.
Mientras caminaba, me llevaba todo por delante, porque no dejaba de contemplar aquel impactante dibujo: un águila gigante de metal, con ojos rojos y brillantes, llevando en pleno vuelo, una doncella desnuda entre sus garras. Ya podía imaginármelo en mi brazo derecho, luciéndolo con orgullo, mientras todos mis amigos me preguntaban intrigados donde había conseguido ese dibujo.
Nueve cuadras más adelante, llegué a mi destino. En el local, además de tatuajes, se podían conseguir buenos cds, dvds, remeras y revistas de rock, por lo que siempre era un lugar muy concurrido por los chicos del barrio. Apenas ingresé, una figura me dejó perplejo.
Una morocha de ojos celestes, que estaba pagando en la caja un dvd de La Renga, me derritió con su mirada. No podía dejar de contemplarla y me había quedado realmente atónito. Pero hubo un detalle que me dejó más pasmado. Su musculosa roja dejaba ver en su brazo derecho un tatuaje: era un águila gigante de metal, con ojos rojos y brillantes, llevando en pleno vuelo, un hombre desnudo entre sus garras…
A pesar de mi timidez, que suele potenciarse aún más cuando delante de mí hay una mujer de semejante belleza, se me hizo inevitable detenerla y hablarle, aunque en realidad fue “tartamudearle”.
-Discúlpame, pero no pude evitar dejar de ver tu tatuaje. Está fabuloso. ¿Quién te lo hizo?
-Ah, el tatuaje… me lo hice en este lugar, creo que se llama Lucas.-Dijo ella con la voz más dulce que había escuchado en mi vida.
-Si, lo conozco, es amigo mío. Vos sabes que…mirá la casualidad, esto es lo que yo venía a tatuarme…
Y de mi mochila saque el mismo dibujo del águila. Ella comenzó a reírse y sus ojos parecían hacer brillar su hermoso rostro.
-¿Cómo te llamas? -Le pregunté ya más resuelto, envalentonado por su sonrisa.
-Carolina, bah, todos me dicen Caro.
Y volvió a sonreír.
-Yo me llamo Maximiliano, por lo tanto, todos me dicen Maxi.-Le dije sonriendo y ya jugado por jugado continué diciéndole- Caro, te invito al bar a tomar algo ¿qué opinas…?

De más está decir que no me tatué el águila. Por lo visto, seguramente que no fui el único en ver aquella revista de historietas. Tuvieron que pasar dos años más para que, al fin, encontrara el tatuaje que me dejará satisfecho por completo. Hoy lo luzco orgulloso en mi brazo derecho. ¿Qué me tatué? El bello rostro de Caro. Mi mujer.

lunes, abril 27

Diario íntimo


Durante mi juventud, y a lo largo de muchos años, dejé reflejadas las experiencias y pensamientos de cada día que transcurría en un cuaderno que mantuve oculto de los ojos de mi familia. Pasó el tiempo, y un día, uno de mis hijos, el más grande, me confesó en una charla casual que sin querer, buscando un libro en el desván, había encontrado uno de los tantos diarios que solía escribir y que no había podido evitar caer en la tentación de leerlo. Él aprovechó ese comentario para hacerme una pregunta, bastante extrañado por cierto: “Papá ¿porque escribiste tu libro solo de lunes a viernes y todas las hojas que correspondían a los sábados y domingos quedaron en blanco, sin una sola palabra escrita?” Yo, algo incómodo, le respondí rápidamente: “Porque en aquellos años, hijo, yo era muy religioso y al ser mitad judío por parte de mi madre, mitad católico por parte de mi padre, consagraba todo el sábado a Jehová y todo el domingo a Dios, por lo que no me quedaba mucho tiempo para hacer otra cosa salvo que orar”. Mi hijo, al parecer, quedó satisfecho con mi respuesta, sin imaginar que todo se trataba de una burda y cobarde mentira. Por supuesto que no podía decirle a mi querido hijo que esas hojas de mi diario estaban en blanco porque también se encontraba totalmente en blanco mi intoxicada mente, luego de aquellas largas y bizarras noches de alcohol, drogas y desenfreno… ¡Y bueno, que le iba a hacer! Yo era muy joven por entonces…

sábado, abril 25

Tratado sobre religión

(Ilustración: Rocambole)


En verdad, no recuerdo mucho sobre el accidente. Solo tengo en mi cabeza unas vagas imágenes de un auto destruido dando interminables tumbos a un lado de la ruta. Creo que se trató de un accidente que involucró a varios vehículos. No se, solo tengo esa sensación. Recuerdo un rumor de voces desconocidas alrededor de mí y luego solo la oscuridad.
El vacío duró por algún tiempo, aunque no puedo precisar si se trató de un minuto o de un siglo. Solo se que de pronto, de la nada, apareció una luz y yo, en lugar de quedarme en ese tranquilo universo negro, fui sin dudarlo tras ese punto brillante, no porque estuviera seguro de algo, sino por simple curiosidad. Caminé hacia la luz, sin ningún obstáculo la atravesé y de pronto me hallé ante una muralla que parecía elevarse infinitamente hacia las alturas.

Un amplio portón con rejas que parecían estar hechas de oro puro, dejaba ver un verde y frondoso bosque que llenó mis sentidos de vivos colores, de aromas dulces y suaves, de sonidos agradables y por sobre todo de una calma que me relajaba hasta casi adormecerme. En el ingreso de esa fortaleza que protegía ese paraíso, un viejo se hallaba sentado dentro de una garita, llevaba uno de esos tradicionales uniformes que suelen vestirlos guardias de seguridad. Cuando ese señor advirtió mi presencia, se puso lentamente de pié, tomando al mismo tiempo una carpeta que se encontraba sobre el escritorio. Yo me acerqué hasta el portón y apoyé mis manos en las doradas y brillantes rejas. El viejito se acercó a mí, acomodándose la gorra azul y luego de limpiar muy cuidadosamente sus lentes, comenzó a preguntar.
- ¿Cual es su nombre?
- Mi nombre es Stavniel Iser.
El viejo se volvió a sacar los lentes y volvió a limpiarlos hasta que él pareció finalmente convencido de que en los cristales ya no quedaba ninguna suciedad.
-¿Usted es Stavniel Iser? ¡Un placer conocerlo! Así que usted es quien escribió que “…el hombre es un animal, más evolucionado, pero un animal al fin. Un caballo, al morir ¿Va al cielo o al infierno? ¿Hay animales buenos o malos? Dicen que los animales, a excepción del hombre, aunque él es un animal, no tienen alma. ¿Por qué están tan seguros? ¿Será porque no hablan, no razonan? De ser así, una persona que nazca con problemas neurológicos o con algún retraso mental, o las que se encuentran debido a un accidente en vida vegetativa, ¿tampoco tienen alma? ¿Y si el alma no existe? Si el alma no existe tampoco existe el cielo, ni el infierno…. ¿Y si Dios no existe..?”
-Si, es así, yo lo escribí – Contesté con algo de vanidad.
El viejito se quitó los lentes y me volvió a mirar. Parecía estar algo malhumorado.
-Y es él que escribió también que “…si Dios es perfecto, si Dios ve todo y sabe todo y puede hacer todo y es todopoderoso, infinito e invencible. ¿Por qué nos hace sufrir? ¿Por qué permite que pasen todas las catástrofes, desastres naturales, guerras, injusticias, etc., etc.? Si él sabe todo lo que va a pasar ¿Por qué permite que todas esas desgracias sucedan? Dicen los teólogos que es para que nosotros aprendamos con la experiencia. ¿Usted dejaría que sus hijos se maten, se torturen, se roben, se violen, solo para que aprendan de esas experiencias? ¿Aprender que? Hubiese sido más fácil, ya que Dios es perfecto, que de una sola vez el hombre hubiese sido creado perfecto, a no ser que nuestra deidad se trate de un ser cínico y malvado que goza viendo sufrir a su creación....”
En ese momento, ya no estuve muy convencido de decir que si. Pero opté por reconocer la verdad.
-Efectivamente, eso lo escribí en mi último libro “Tratado sobre religión”.
-Por lo tanto, usted también expuso en esa misma obra que “…suponiendo que Dios existe y que es lo más perfecto, puro y poderoso, es muy insensato pensar que nosotros, seres grotescos, impuros, imperfectos y por sobre todo viles, pasemos de este estado material y burdo a situarnos al lado de lo más todopoderoso del universo. Me parece que no es que nos estemos elevando hacia Dios, sino que a Dios lo estamos bajando al nivel del hombre. Me parece contradictorio pensar que una persona que robó, mató o violó, con solo creer en Dios y rezar, reciba el perdón divino y se gane el paraíso. En este tema, la religión pone en igual nivel al que vivió sin pecar y al que se pecó todo. Esto del perdón celestial no deja de ser otra cosa que un indulto para hacer lo que se nos cante sin cargos de conciencia…”
Cuando ese extraño anciano terminó de decir estas palabras de manera hosca y antipática, percibí que me encontraba en un aprieto.
-Y… Si, es así exactamente, usted lo ha dicho en forma textual, palabra por palabra. Tiene una memoria asombrosa.
-Aja. Eso suele decir la gente que me conoce… Bueno, de acuerdo a mi memoria, usted continúa su diatriba con palabras como “…si Dios está en todos lados ¿Por qué es necesaria la construcción de iglesias? ¿Por qué la mayoría de las iglesias son edificios refinados, que en su mayoría hacen ostentación de objetos valiosos, si en todas las religiones se habla de que la única manera de llegar a Dios es dejando a un lado lo material? Cada iglesia, cada religión, ejerce una parte del poder sobre una nación o una región. Nadie quiere perder esa posición privilegiada en la toma de decisiones de un estado...”
Después de esto, me di cuenta que definitivamente me hallaba en problemas.
-Efectivamente, eso es lo expongo en mi ensayo.
Cuando el viejito terminó de preguntarme, repreguntarme y de anotar en su planilla todas mis respuestas, y sin mostrar en su rostro ningún tipo de sentimiento ni emoción, me habló con voz grave y un poco cansada.
-Lo siento don Iser, pero en este reino no hay lugar para usted.
Un cartel colocado en un extremo del portón decía con letras claras y doradas “La casa se reserva el derecho de admisión”. Fue lo último que alcancé a ver en aquel onírico y hermoso lugar, porque de pronto volvió la oscuridad total y el silencio absoluto.

Un nuevo punto blanquecino apareció repentinamente y comenzó a ensancharse ante mis cegados ojos. Nuevamente, fui hacia él y me introduje temerariamente en ese resplandor. Aparecí en un lugar desolado, lleno de escombros y de inmundicias, un escenario semejante a una de aquellas grandes ciudades destruidas por la furia de la guerra.
El cielo se encontraba cubierto por unas densas y rojizas nubes que aparecían intimidantes ante mis sorprendidos ojos. En el aire flotaba un tufo que olía a sangre, a corrupción, a muerte. Hallé a un hombre desagradable y de mal aspecto, sentado sobre el tronco de un árbol caído, que se encontraba en llamas. Él parecía no sufrir el fuego y se lo veía calmo y distendido. Cuando advirtió mi presencia se sonrió burlonamente. Su rostro, aún lleno de arrugas y cicatrices, le hacía aparentar no más de cincuenta años. Sus ropas aparentaban ser aquellas que suelen vestir los mendigos y vagabundos en cualquier ciudad del mundo, pero su forma de hablar era correcta y distinguida. A pesar de todo, daba la sensación de ser una persona importante y poderosa.
-¡Bienvenido a mi reino! Por lo visto no ha sido una agradable recepción la que tuvo en el otro lado, pero no se preocupe, aquí a todos los recibimos con los brazos abiertos. ¿Cuál es su nombre, amigo?
-Mi nombre es Stavniel Iser. ¿Por casualidad, esto no es el…?
-¡Ah! Tú eres el mismo Stavniel Iser que escribió que “…una persona que profesa alguna religión, puede matar, robar, pecar y sin embargo recibir el perdón de Dios e ir al paraíso. Una persona atea o que no practica ninguna religión y que jamás robó, mató o pecó, para las distintas iglesias termina ardiendo irremediablemente en el infierno. La religión, por lo tanto, es una inmunidad para atentar contra nuestros prójimos sin sentir luego cargos de conciencia…”
-Si, yo lo escribí –Dije de mala gana, pero ya curado de espanto.
-Me parecía. Entonces fuiste tú el que también publicó que “…cada vez es menor la cantidad de gente que practica o que pertenece a una religión. Sin embargo cuando alguien dice que Dios no existe, todos se vuelven locos. En realidad, ellos tampoco creen mucho en Dios, ya que si creyeran en Él, vivirían respetando, al menos, los preceptos básicos de buen comportamiento y sanas costumbres y ni hablemos de los mandamientos… Si la gente peca sin miedo, es porque no teme el infierno, porque no cree en el infierno. Si no existe el infierno tampoco debería existir por lo tanto el paraíso. Y si no creen en el infierno ni tampoco en el cielo… ¿Es por que tampoco creen en Dios...?”
-Está en lo correcto.
-Pero mire que interesante… A mi personalmente me llama mucho la atención cuando usted dice que “…la gente que va a las iglesias en los barrios de más ingresos, rezan y profesan el amor por el prójimo. Pero apenas traspasan las puertas de esos lugares sagrados, miran con el mayor de los desprecios a los pobres, mendigos y hasta a los niños que piden monedas. Rápidamente se olvidan del amor al prójimo a no ser que para esa gente de clase acomodada, el prójimo sea solo otra persona de su clase social…” Y ni hablar cuando comenta que “…las religiones en vez de criticar y condenar a los agnósticos y ateos deberían preocuparse por los actos de sus respectivos fieles que cometen cualquier barbaridad y se refugian luego en el perdón de Dios…” Y también es imperdible la acidez que derrocha frases como “…yo voy a convencer a creer en el juicio final cuando vea a todos los religiosos del mundo desprendiéndose de sus valores materiales, quedándose solo con los que llevan puesto, para comenzar una vida más pura, más espiritual, más armoniosa. Pero si ellos no están convencidos de aquello que tanto predican, ¡Porque intentan convencerme de ello a mí…!”
-¡Vaya! Es realmente maravillosa su memoria. Por lo visto ha leído con mucho detenimiento mis obras…
-Y dígame, don Iser, ¿Qué piensa ahora de todo lo que escribió en su libro, luego de haber visitado los dos reinos?
-Que realmente no me parecen gran cosa. El Cielo, el Infierno… Creo que no son más que estados alterados de la mente, no los presiento como si fueran de esencia espiritual. Ahora, disculpe, pero tengo una pregunta que hacerle. La reencarnación, ¿existe o no?
-¡Pero claro que si, mi amigo! ¡Claro que existe! Precisamente, viendo que no le resulta muy interesante mi reino, ahora mismo lo mando hacia allá, hacia el eterno punto de partida. Disfrútelo, que este será su último viaje por hoy…

De pronto todo se hizo oscuro otra vez y los lamentos y quejidos del averno se callaron.
Y de nuevo se encendió la luz, pero ya no en forma de punto en expansión, en forma de túnel, sino que hubo una explosión de claridad por todo mi alrededor.
Estaba en una sala de quirófano y alcancé a ver a un par de doctores, con sus respectivos barbijos. Yo entonces me pregunté “¿Acaso seré un bebé? ¿Será cierto que tendré una nueva vida? ¿Cuál será mi nuevo nombre…?”
Mientras me hallaba fascinado ante estos interrogantes, uno de los doctores se acercó a mí, vio mi rostro y con una sonrisa burlona le preguntó a su colega que se encontraba cerca
-¿Así que este es un famoso escritor?
-Si, así parece…
-Iser… Stavniel Iser… Si, si, creo que es él.
-¡Que suerte tiene este tipo! ¡Fue el único que sobrevivió en ese accidente!
Yo, extremadamente adolorido, aún a pesar de los múltiples sedantes que me suministraron, alcancé a preguntar con un hilo de voz
-¿Qué me pasó?
El doctor que se encontraba a mi lado, sin dejar de sonreír, dijo sin perder su ironía
-Nada, sacando que estuviste muerto durante un par de segundos… ¡Nada!
El otro doctor, sin perder tiempo, también se aproximó a la cama y con mucha curiosidad me preguntó
-¿Y? ¿Qué hay del otro lado? ¿Qué fue lo que vio? ¿Usted escribe sobre esos temas, no es así?
-¿Qué vi? Nada, la verdad es que no vi absolutamente nada. Todo es tal cual como lo escribí en mis libros…

jueves, abril 23

La mano de Dios


22 de Junio de 1986. Mundial de Fútbol de México. Estadio Azteca.
La Selección Argentina se enfrenta contra la de Inglaterra. A los 6 minutos del segundo tiempo, Diego Armando Maradona, de ahora en más D10S, se eleva por los aires dentro del área inglesa y cabecea la pelota con su mano izquierda desaireando al arquero Peter Shilton. El balón ingresó en el arco británico y el árbitro tunecino Bennaceur, seguramente un adorador más de D10S, convalido el gol sin dudar. ¡¡¡Gooooool!!! Argentina 1 Inglaterra 0. Reconozco que a este gol lo grité casi tanto como el que el mismísimo D10S convirtió tan solo cuatro minutos después, ni más ni menos que el mejor gol en la historia de los mundiales, el de la apilada inolvidable. Yo por entonces tenía solo 13 años, y por esas cosas propias de la ingenuidad y el fanatismo, sentí que con ese gol ilegítimo vengábamos aquel partido del mundial de Inglaterra en 1966 en que ante el dueño de casa, la mano negra de un árbitro alemán nos había dejado fuera de competencia, como así también nos desquitábamos de siglos de piratería inglesa, y hasta de la derrota en la tristísima Guerra de las Islas Malvinas (lamentablemente, aún Falklands). Si, se que viendo esa jugada a la distancia, tras el implacable paso del tiempo, es imposible llegar a la conclusión de que el gol es un completo fraude, que es un gesto antideportivo, que es un acto deshonesto, tramposo y que es un mal ejemplo para todos los niños del mundo que practican deportes. Pero… ¡Qué mierda! Aún hoy cuando por los canales de deportes repiten de tanto en tanto este gol, se me pone la piel de gallina de la misma forma que con el segundo que hizo D10S. ¡¡¡Gooooool!!! ¡Gol mierda! ¡Por fin pudimos joder a los ingleses! ¡¡¡Al fin los cagamos una vez!!!

martes, abril 21

MICROCUENTOS 13


ESPECTADORES: Aquellos que aún imploran a cada uno de sus sordos dioses, siguen aguardando alguna miserable respuesta. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué nos sucede esto? Parece que los dioses al final se convirtieron en pervertidos espectadores, excitados en sus cómodos tronos celestiales, viendo como la humanidad se revuelve y agoniza y calma su sed bebiendo de su propia sangre.

ABRO MI PECHO: Abro mi pecho y muestro sin sentir pudor todas mis entrañas, todas mis miserias. Abro mi pecho, dejando escapar al hostil exterior la potente luz de mi ansiada alba. Comienza a amanecer y mi ser ya es blanca luz que quema.

FUTURO: Utilizando una llave secreta, conjugando un verso oscuro, pronunciando la frase hermética, la vidente me invitará a ingresar a un laberinto imposible levantado ante mis ojos. Luego veré la tinta virgen comenzar a fluir sobre ese tosco papel, a través de mi mano temblorosa que es movida por fuerzas desconocidas. De esa manera, podré secuestrar imágenes, seguramente borrosas, del desconocido y temido porvenir. Esto es, al menos, lo que recuerdo del sueño de anoche.

TELARAÑAS: Tejo finas telarañas sobre mi tibia cama y espero con mucha paciencia el grato momento en que con inocencia vengas hacia mí y te quedes atrapada entre ellas, tan sorprendida, tan indefensa, tan excitada... Cuando me abalance sobre ti, puedes dar por seguro que no te dejaré escapar y que tú no desearás resistir. Ya tengo el dulce veneno que usaré contigo y solo me queda por esperar que se presente la oportunidad. Ven, acércate, te estoy esperando…

domingo, abril 19

Otros diez pensamientos inútiles más


1- Las palabras son como los pedos, a ambos se los termina llevando el viento.
2- “Yo tengo mucha personalidad”, comentó un amigo mío que sufre de doble personalidad.
3- Uno de los mayores engaños de la Iglesia Católica a través de los siglos fue hacernos creer que Jesús era (de acuerdo a las ilustraciones religiosas) de tez bien blanca, de cabellos rubios y de ojos celestes. Pavada de ario se mandaron…
4- El negocio de las cárceles siempre funciona porque el gobierno posee una clientela cautiva. O sea, la gente pobre…
5- La Democracia es el poder del pueblo, la Aristocracia el poder de los ricos, la Tecnocracia el poder de los tecnócratas y la Pancracia es mi tortuga.
6- Cría cuervos y cosecharas tempestades. Se que el refrán está mal, pero suena lindo.
7- Lo bueno de tener siempre un perro cerca, es que te podes tirar todos los pedos que quieras y echarle la culpa a él.
8- Los asiáticos tienden a inventar mascotas virtuales porque las de carne y hueso generalmente terminan en la parrilla.
9- “Viejos eran los de antes”, decía mi abuelo.
10- ¡Que contradicción! De rodillas se puede estar orando a Dios o… ¡Practicando sexo oral!

viernes, abril 17

Anoche soñé con una guerra


Anoche soñé con una guerra, y fue una alucinación turbadora y escalofriante. En él, pude ver que La Vida era una bella dama que llevaba bien oculto, debajo de su hermoso vestido de fiesta, un sobrio traje de luto, de un lustroso negro, y que de esa manera, simplemente cambiando de vestuario, La Vida, tan agraciada y nuestra, se convertía ni más ni menos que en La Parca, la temida y detestable Huesuda. Todos los que nos hallábamos allí pudimos ver esa transformación. En el sueño, estaba seguro de que hasta los más crueles y cínicos verdugos habían comenzado a temer por sus propias vidas miserables.
Anoche soñé con una guerra, y pude ver escenas terribles, sucesos que no tenían ningún sentido para mí. Vi como soldados daban su vida por obtener una victoria para poder así convertirse en héroes, aunque esa misma celebridad les duraba solo un breve lapso de tiempo. Y vi como otros tantos soldados sufrían la inevitable derrota para transformarse así en mártires, aunque al menos tenían el consuelo de que de esa manera sus legados perduraban en el tiempo y la memoria.
Anoche soñé con una guerra. Una cruel guerra. El extraño paisaje en el que me hallaba se encontraba lleno de objetos grises y polvorientos, pero tan vacío de misericordia y humanidad, era todo tan solitario… En ese lugar, pude ver que los extensos campos habían tenido una cosecha demasiado macabra: centenares de helados cementerios, todos improlijamente adornados con mil flores descoloridas y resecas. En medio de esa calma tan desconcertante, tan descomunal, podría decir que el simple sonido de mi respiración me exasperaba, temiendo que mi presencia pudiera ser advertida por alguien, o por algo…
Anoche soñé con una guerra, y fue una verdadera pesadilla. Pude ver moribundos de largas barbas que ocultaban sus caras, pero no sus miedos. Puede ver personas vacías, sin rostro, sin alma, vagando sobre calles sin vida, mientras las carnes expuestas al sol comenzaban a apestar. Vi fantasmas bailando sobre las tumbas de sus enemigos y otros que destruían los nombres grabados en las grises lápidas de piedra. Pude ver a una de esas ánimas como demolía cada una de las letras que conforman mi apellido. En ese momento, tuve miedo de ya no poder despertar nunca más. Ese torbellino furioso de espíritus insatisfechos, aprovechaba la debilidad en la que se encontraba mi conciencia y se sujetaba a ella para hundirla en lo más profundo del frío barro.
Anoche soñé con una guerra. Una atroz y sanguinaria guerra. Desperté con el primer rayo de sol, sano y salvo, aunque bastante alterado y agitado por el miedo. Si, miedo. Ya es de mediodía y aún no puedo dejar de sentir ese mismo temor.

miércoles, abril 15

Diez pensamientos inútiles más


1-Existen cuatro libros que te llevan al paraíso: la Biblia, la Tora, el Corán y el Kama
Sutra.
2-La vía láctea ¿Es el esperma de Dios?
3-Es sabido que los gatos hidráulicos negros suelen darle mala suerte a muchos mecánicos.
4-“Es mentira eso de que madre hay una sola”, repetía la hija de una lesbiana.
5-¿Que es lo peor que le puede pasar a un incestuoso? ¡Que se le mueran todos los familiares!
6-De tanto gritar “¡a coger que se acaba el mundo!”, nuestro planeta terminó destruyéndose por sobrepoblación.
7- “Yo no se porque a veces me siento algo rechazado” solía comentar un negro judío comunista homosexual.
8- Regalarle a una mamá, justamente en el día de la madre, un secarropas, un microondas, una maquina de coser, una lavadora automática, etc., es una forma sutil de decirle que siga trabajando ¡y que no pierda tiempo en festejos!
9-“Para mi lo mejor es hacer el amor con un puerco espín”, solía decir un zoofílico sadomasoquista.
10-El fútbol es el deporte más bello del mundo, si nuestro equipo favorito gana. Cuando nuestro equipo pierde, el fútbol solo consiste en veintidós boludos corriendo detrás de una pelota.

lunes, abril 13

MICROCUENTOS 12


EN EL TEMPLO: Me refugio en el templo, lugar en donde los noventa y nueve nombres que posee mi dios, son pronunciados una y otra vez hasta lograr el mantra que se adueñe de mi lengua. Me refugio en el templo en esta interminable y fría madrugada, hasta que mi voz logra olvidar el resto de las palabras y dejo de ser un ser, logrando que ni la misma muerte me nombre al repasar su cruel inventario. Me refugio en el templo porque afuera, en el exterior, todo se cae, todo se viene abajo…

BISIESTO: Tengo un amigo que cumple años el 29 de febrero, por lo tanto, nació en un año bisiesto. Debe ser por esa razón que él, si bien aparenta tener alrededor de 20 años, debería tener en realidad unos 80, ya que el nació en ¡1928! Por lo visto, nacer un 29 de Febrero te hace cumplir un año recién cada cuatro años. Eso si que es tener buena suerte.

LA ÚLTIMA CAÍDA: Poco a poco vuelvo a ser el mismo. Sacudo la tierra, acomodo mis ropas y empiezo a olvidar el dolor causado por la última caída. Respiro profundamente y no solo que no encuentro heridas en mí ser, sino que en el aire puedo volver a percibir ese perfume cautivante, ese aroma del que me había enamorado enloquecidamente y que creía perdido, olvidado en una primavera de hace ya un buen tiempo atrás. Poco a poco vuelvo a ser el mismo, y así, ya sin miedo, empiezo a caminar otra vez.

PERTURBADO: Hace poco tiempo, me he dado cuenta de que cada noche tengo sueños extraños que provocan que mi vida se perturbe. Hace poco tiempo, me he dado cuenta de que tengo una vida perturbada que me provoca cada noche extraños sueños.

sábado, abril 11

Diez pensamientos inútiles


1- Creo que bailar es un buen método para adelgazar a menos que se trate de salsa o merengue.
2- Si te sientes solo y quieres que alguien se acerque a ti, tirate un pedo. Es infalible.
3- Si en los deportes uno no tiene pasta de campeón, no hay más remedio que dedicarse a comer pastas.
4- Hay gente que ve el vaso medio vacío, pero también existe otra que lo ve medio lleno y encima se lo toma.
5- Para llegar a una conclusión hay que estar tan al vicio como yo lo estoy ahora para llegar a esta conclusión.
6- La desventaja para todo hijo único es que cuando rompe algo no tiene a quien echarle la culpa.
7- No des un consejo si nadie te lo pide, por lo tanto, no me hagas caso porque yo te estoy dando un consejo sin que me lo pidas.
8- Pobre de aquellos que comen de la mano de los poderosos, ellos no saben que ha estado haciendo esa misma mano antes.
9- Siendo que la mujer vive en promedio muchos años más que el hombre, ellas deberían tener la gentileza de cedernos el asiento cada vez que viajamos en ómnibus.
10- Un padre que da consejos, más que padre es un verdadero rompehuevos.

jueves, abril 9

La traición


Los dos estaban acostados, mirando fijamente el techo de la habitación de ese hotel por horas. El silencio, que duró un largo momento, se debía a razones diferentes para cada uno. Para él, era producto del cansancio y del sueño que comenzaba a sentir. Pero ella, se encontraba callada por otro motivo, estaba pensando la manera de decirle algo muy importante a su amado.
En un momento, ella lo mira, lo abraza recostándose sobre el pecho de él y murmura unas palabras, con bastante miedo de que él se asustara.
-Deberíamos… matar a mi marido… Estoy cansada de tener que esconderme cada vez que deseamos estar juntos, de tener la obligación de convivir con él aunque nunca llegué a soportarlo, de fingir que lo amo… Lo abandonaría de inmediato si no fuera porque el maldito me dejaría en la calle y encima sin un solo peso…
El cerró sus ojos, intentando fingir que dormía. Pero no lo pudo evitar y escuchó cada una de esas estremecedoras palabras.

Pablo, un chico de 22 años, sentía fascinación por esa mujer hermosa, elegante y experimentada, pero por nada del mundo, ni aún por una fortuna, se quería ver involucrado en un hecho de ese tipo.
Obviamente, para Laura, con sus 41 años, él no solo significaba un regreso a su juventud, o una conquista para la envidia de sus amigas, sino que cada vez se comprometía más y más afectivamente con ese joven.
Los amigos de Pablo no le creían del todo cuando él contaba que tenía citas clandestinas con Laura Bulrrich, la impactante esposa del acaudalado empresario siderúrgico Jornet Freites, pero se sorprendían de verlo llevar una vida con demasiados lujos para alguien que recién comenzaba a trabajar en su gimnasio. Si bien el local se encontraba ubicado en la zona céntrica y contaba con varios clientes de clase alta, no dejaba de ser un gimnasio más entre todos los que funcionaban en la ciudad.

Laura terminó su cigarrillo, mientras contemplaba a su joven amante dormir plácidamente. Se vistió con rapidez y luego de revisar los llamados que le habían realizado a su celular, le dio un beso a Pablo para despertarlo.
-Adiós mi amor, nos vemos mañana. Apúrate que se te está haciendo tarde.
Pablo se desperezó y cuando se levantó de la cama, Laura ya había salido. Se dio una ducha tibia y partió rumbo al gimnasio. A las 16,30 comenzaba el segundo turno.

Al día siguiente, luego de una intensa rutina de aerobox, Laura le entregó disimuladamente una carta. Pablo la recibió sin entender pero la guardó velozmente en su bolso.
No intercambiaron ninguna palabra y evitaron hacerse algún gesto suspicaz.
Había demasiada gente esa jornada e intentaron no llamar la atención. Apenas Pablo llegó a su casa, abrió el bolso casi con desesperación y buscó la carta.

“Hoy a la tarde Enrique va a ir al gimnasio. Trata de que haga los ejercicios más extenuantes y agotadores que puedas recomendarle. Cuando haya terminado su rutina el tomará su pastilla, pero no se dará cuenta que yo se la cambié por otra, ya puedes imaginarte por cual. Trata de que la ambulancia se demore el mayor tiempo posible y todo quedará como si hubiese sido un paro cardiaco. Debido a su edad no despertará sospechas.”
La carta fue destruida inmediatamente. Tuvo pánico de quedar involucrado como cómplice de algo tan horrible.

Pronto llegó la noche y Laura comenzó a impacientarse.
No tenía noticias de lo que había sucedido con su esposo y temía que el plan que la llevaría hacia su felicidad, hubiese fracasado. Tomó un tranquilizante para poder conciliar el sueño y se acostó decidida a olvidarse del tema. Seguramente Pablo no quiso ni ir a verla ni llamarla para no despertar dudas a la policía.
Luego de tomar el calmante, Laura durmió placidamente, pero nunca más despertó.
Unos ladrones entraron a la casa y la asesinaron sin que ella supiera lo que estaba sucediendo.
La investigación policial fracasó en determinar quienes habían sido los asesinos de Laura y como habían hecho para ingresar a una mansión con tan sofisticados sistema de seguridad.

Al poco tiempo, Pablo cerró su gimnasio y se mudó a otro barrio. Ahora, no solo ocupa un importante cargo de gerente en una prestigiosa empresa siderúrgica, sino que también es la mano derecha de Jornet Freites. Y no es para menos.
Es muy difícil conseguir gente tan fiel y confiable, en estos tiempos en que por dinero, por poder o por amor, te puede traicionar cualquiera, incluso la mujer que uno siempre ha amado.