Obra de Rocío Tisera

viernes, julio 30

Un día

Pintura de José María Gutiérrez (Valdesaz)


Un día mi esposa me dijo, sin mediar ninguna explicación, que ya no tendría más relaciones sexuales conmigo. Yo no le contesté ni le reclamé. No me importó. A diez cuadras de mi casa queda el prostíbulo al que siempre voy y en donde tiro la mitad de mi sueldo. Otro día mi esposa me dejó de planchar la ropa, sin dignarse a darme aunque sea una simple razón, pero tampoco me importó. Cada tres días visito a una vieja a la que le hago los “favores” y que no tiene ningún problema en plancharme las pilchas. Otro día mi esposa me dejó de lavar la ropa sin que mediara ninguna discusión, pero no me importó, ya que una vez a la semana me se encamar con un travesti del barrio y que creo no va a tener ningún problema en hacer ese trabajo. Otro día, sin que me diera el porque, mi mujer dejó de hacerme la comida. Pero en realidad no me importó, porque desde hace años paso más tiempo en el bar de la otra cuadra que en mi casa, y como allí me dan fiado, nunca me va a faltar algo para comer y tomar. Un día, sin que ella me diera una explicación, mi esposa subió a los chicos a un taxi y se marchó de casa. ¡Qué desagradecida! No tuvo ni la delicadeza de darme una miserable razón que justifique su deplorable actitud, no me dio en todo este tiempo ni una simple señal que me advirtiera lo que estaba sucediendo en nuestro perfecto matrimonio, no se dignó, aunque sea, a escribirme una breve nota que detallara porque me abandonaba. ¡Qué mala mujer! Y yo que di mi vida por ella...

miércoles, julio 28

Hotel por horas

Pintura de Alejandro Nis


El muchacho fue con su novia a uno de esos hoteles por horas. Mientras ella se bañaba, aprovechó para dar paso a su curiosidad y apoyó su oreja contra la pared para poder escuchar lo que estaba sucediendo en el cuarto contiguo. Pero nada excitante escuchó. Sucede que en la habitación de al lado, otro muchacho al igual que él, intentaba escuchar lo que pasaba en el otro cuarto mientras su joven acompañante dormía en la cama. Pero este tampoco pudo escuchar nada interesante. Porque en ese tercer cuarto, un tipo realizaba una acción similar deseando escuchar algo del otro cuarto contiguo mientras su amante se demoraba en el baño intentando calzarse un sexy disfraz de mucama.

lunes, julio 26

Huelga de hambre



Estoy harto de tanta corrupción, de tanta injusticia, de tanta indiferencia, de tanta desigualdad en el mundo. Hoy mismo iniciaría una huelga de hambre por tiempo indefinido, sino fuera porque justo esta noche tengo una cena de gala en el club de golf y para mañana otra con los muchachos del Rotary Club. Sorry.

sábado, julio 24

Globo rojo



Un globo rojo viajaba en el viento como surfeando sobre las cálidas rachas de aire. El globo flotaba y realizaba mil piruetas en el cielo, elevándose vertiginosamente de a ratos, cayendo de tanto en tanto en picada, como podría hacerlo un halcón sobre su presa.
Rojo como una manzana madura que cruje ante el mordisco hambriento, rojo como Marte brillando furioso en una noche oscura y fría, rojo como esos inocentes corazones que pintan las niñas en sus cartitas de amor, así era de rojo ese globo que surcaba sus caminos en las alturas de una tarde de enero.
Pero por alguna razón extraña, por algún encantamiento o truco de magia, ese globo ojo de pronto abandonó el vuelo y descendió tan delicadamente que a simple vista parecía que estuviera siendo controlado a la distancia. En la superficie, un muchacho observaba embobado esa extraña cosa que lo sobrevolaba. Y lo observaba extrañado porque precisamente parecía que aquello se dirigía a él. Cuando ese objeto rojo estuvo a su alcance, el muchacho lo tomó entre sus manos y hundiendo sus uñas, lo presionó hasta reventarlo. Al explotar, el globo dejó caer un papelito que llevaba dentro. Era una carta. El muchacho la recogió del suelo y muy intrigado, comenzó a leerla. “Me siento sola, tanto como lo sientes tú. Por favor ¡Ven a buscarme! Te estoy esperando.”
Él se quedó perplejo por unos segundos, con la mirada fija en esa desconcertante carta, pero luego, repentinamente, sin pensarlo, sin saber realmente porque lo hacía, comenzó a correr como un loco sobre esa ruta que lo llevaría al poblado vecino, en busca de alguien de quien no conocía ni su apariencia, ni su rostro, ni su nombre.

jueves, julio 22

Altura



Esta fotografía fue tomada en 1929, durante la construcción del Empire State Building, uno de los rascacielos más importantes de Nueva York y que en su momento fue el edificio más alto del mundo. La construcción terminó en 1931, por lo que no me sorprendería que algunos de los catorce millones de desempleados que provocó la Gran Depresión, el crack financiero de Wall Street, tomaran la trágica decisión de lanzarse desde sus alturas, o sea desde cualquiera de sus 102 pisos. Por otra parte, al ver esta vieja imagen, envidio la valentía, el coraje, la audacia, de esos pobres trabajadores, moviéndose en las alturas sin ningún tipo de protección, sin el mínimo elemento de seguridad. Pero aclaro por las dudas, solo envidio la valentía, porque antes de hacer ese trabajo, hubiese preferido ser otro de los catorce millones de desempleados…

martes, julio 20

La Adúltera


Fotografía de Res y Constanza Piaggio

El Enviado Divino se presentó en el Templo, y todo el pueblo acudió a él. Entonces, se sentó y comenzó a enseñarles. Fue en ese momento en que Los Sabios Ancianos aparecieron con una mujer, a quien llevaban por la fuerza, y le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. El Profeta nos ordenó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?” Esto le preguntaban para tentarle, para tener un motivo de qué acusarle. Pero el Enviado Divino, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra, y los ignoró. Como ellos insistieron en preguntarle, se incorporó y les dijo: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.” E inclinándose de nuevo, continuó escribiendo en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, en lugar de retirarse, tomaron cuanta piedra hallaron a su alrededor y las lanzaron violentamente contra la indefensa mujer, quien así sufrió una muerte cruel y despiadada. “Vaya, vaya”, meditó entonces el Enviado Divino. “Por lo visto en este pueblo ya nadie tiene pecados… ¡Si que he tenido éxito con mi prédica!”.

domingo, julio 18

Playa



Yo nací en una playa
de arenas sagradas,
bajo un sol gigante
que aún quema
y enceguece.
Mojaba mis pies
en las aguas esmeraldas,
bautizaba la piel
en olas que me llevaban
y jamás me devolvían.
Pero nunca dejé de temer
a aquella lejana línea
que permite separar
el líquido del aire,
el mar del cielo.
En el horizonte
que se extiende intimidante,
esperando victorioso,
se halla el final,
la última morada.
Un día, sin saber porque,
me interné en ese verde mar
y bajo la tormenta naufragué,
viendo derrumbarse ante mí
colosos de agua y sal.
Tanta lluvia y tanto océano
extinguieron mi fuego,
y flotando en alta mar
mi mirada al fin contempló
una isla que resplandecía.
Así, morí en una playa
de arenas sagradas,
bajo un sol gigante
que aún quema
y enceguece.

viernes, julio 16

Azar



Tengo un arma apoyada en mi sien. Estoy transpirando copiosamente y a pesar de todo siento frío, un frío que me hace tiritar. La mano que sostiene ese arma no me es extraña, es mi propia mano, mi mano derecha, y mi intención no es precisamente la de suicidarme. Llegué a este terrible punto porque hice todo mal en mi vida, perdí todo lo que tenía, todo lo que más amaba, hasta mi familia. Y todo fue por culpa de mi suerte esquiva en los juegos de azar, por mi irresistible vicio que me lleva a la perdición de las quinielas, los casinos, las carreras de caballos, las riñas de gallos y de perros, y todo lo que signifique realizar apuestas de todo tipo y por cualquier monto. Ahora he llegado al extremo jamás pensado, estoy por jugar mi vida. Aunque en realidad, creo que de vida tengo muy poco, ya que me siento muerto desde mucho antes, desde aquel día en que mi esposa se marchó de casa con mis hijos, cansada de que derrochara todo mi sueldo en la timba. Los extraño muchísimo, aunque en el fondo reconozco que conmigo no tenían mucho futuro. Y menos ahora, que tengo el caño del revólver acariciando mi cabeza con una bala que está dispuesta a saltar en cualquier momento. Muchas escenas pasan por mi mente en este instante y eso me preocupa porque muchas veces he escuchado que eso le sucede a la gente que está a punto de morir. Y yo no quiero morir, es más, nunca he valorado la vida tanto como ahora, nunca he estado tan conciente de cuanto daño he causado a las personas que más amo, todo por culpa de esta maldita enfermedad que me mantiene atado al juego, adicto al azar y a sus peligros. “¡Dale puto, tirá!”, me grita mi contrincante con el rostro desencajado y los ojos a punto de salirse de sus cuencas. Todos los maleantes que se encuentran allí festejan con sorna sus palabras. Pero se que él tiene tanto miedo como yo. Así es la ruleta rusa, mucho dinero de por medio, pero mucho además en juego. Y llegó mi turno de jugar. Suspiro profundo, cierro los ojos y aprieto el gatillo. En mi imaginación estalló un disparo ensordecedor, pero en realidad solo había sido un clic, un simple y hermoso clic. Sonreí, y el alma me volvió al cuerpo. Bajando el arma, la deposité firmemente sobre la mesa, acercándosela a ese pálido hombre que se encontraba frente a mí. “Tu turno”, le dije de manera natural. Le tocaba disparar a él, y si no lo hacía, los matones que se hallaban en ese antro lo harían por él. Pero no hizo falta. Ese tipo, solo un extraño para mí, tomó el arma con rapidez, como para no pensar mucho lo que estaba haciendo, la colocó contra su sien y disparó. Y se voló los sesos al frente de todos. Nadie hizo mucho escándalo, salvo los gritos de alegría de los que habían ganado, entre los que me incluía. Dos gigantes del personal de seguridad del lugar, tomaron el cuerpo sin vida del perdedor y lo arrastraron hasta la salida, desembarazándose de él. Los coimeados policías terminarían de limpiar la zona. Al fin y al cabo solo fue un suicidio. Yo, por mi parte, tomé el dinero que me correspondía, pagué todas mis deudas a aquellos mafiosos y me alejé de allí lo más deprisa que pude. Este fue el final de mi carrera como apostador. Ahora me queda lo más difícil, que es intentar recuperar mi vida. Pero se que lo lograré. Te apuesto lo que quieras.

miércoles, julio 14

Ucronía

"Hitler", obra de los hermanos Chapman


“Invierno de 1909. Un joven artista ingresa a la Academia de Arte de Viena. El muchacho, a lo lago del año, demuestra haber asimilado rápidamente los conocimientos técnicos que le brindaron los profesores, con los que pudo pulir y enriquecer su ya soberbio estilo. Así, las pinturas realizadas por el promisorio Adolf Hitler maravillan a los críticos de arte de toda Europa por su refinado buen gusto, reflejado en esos bucólicos paisajes que inspiran paz, espiritualidad y alegría. De aquí a la inmortalidad, el nombre de Hitler será asimilado con lo mas bello que la humanidad le ha legado a este planeta.”

(Esto pudo haber sucedido en realidad, de no ser porque aquellos profesores de la Academia de Viena rechazaron a Hitler por ser un artista demasiado mediocre. De haberlo aceptado, ¿qué rumbo hubiera tomado la historia mundial?)

lunes, julio 12

Me enferma llevarme bien con vos



Me enferma llevarme bien con vos. Me enferma. Estoy tan acostumbrado a odiarte, a rechazarte, a ignorarte, que ahora que estamos juntos, amándonos, sintiéndonos, sufro de una extraña sensación que me presiona el pecho y me acelera el corazón cada vez que pienso en ti.
Me enferma llevarme bien con vos, siento palpitaciones al escuchar tu voz, todo me da vueltas cuando nos amamos y caigo en pozos depresivos cuando siento que te alejas. Creo que me sentía mejor de salud cuando tú eras mi enemiga, mi victimaria, mi víctima. Hoy estoy agonizando de amor por vos. Hoy no concibo la vida sin ti.
Repito, me enferma llevarme bien con vos.
Me enferma.

sábado, julio 10

Harén

"La piscina del harén" (Jean-León Gérome)

“No todo lo que brilla es oro”, solía repetirse Obama Muhammed, un anciano muy poderoso y acaudalado. Él tenía doce esposas, todas ellas jóvenes y hermosas, que eran la envidia de los hombres de la aldea. Pero ninguno de ellos sabía la verdad, ni siquiera podían imaginar, que todas ellas engañaban al viejo Muhammed acostándose con los sirvientes del palacio, y que lo maltrataban, lo golpeaban e insultaban sin que nunca le dieran un poco de amor. Todo esto, sin mencionar además las doce suegras que les tocaron en suerte al pobre viejo, que le hacían la vida realmente insoportable con esas interminables discusiones sin sentido, los constantes derroches de dinero y los gritos que ellas le propinaban a toda hora del día.
“No todo lo que brilla es oro”, solía repetirse Obama Muhammed, un anciano muy poderoso y acaudalado, pero bastante infeliz.

jueves, julio 8

Tres microcuentos de Julio Cortázar



Julio Cortázar, escritor argentino (nació en Bruselas en 1914, pero sus padres se trasladaron pronto a Buenos Aires) fue un renovador respecto a la estructura y el uso del lenguaje tanto en el cuento breve como en el género narrativo en general.
Cortázar mantuvo, a lo largo de su vida, un compromiso político activo, sobre todo en defensa de los derechos humanos. En 1951 viajó a París en donde se desempeñó como traductor de la UNESCO y en 1981 se nacionalizó francés, como protesta a la dictadura militar en Argentina. Fallecería en aquella ciudad en 1984. Entre sus obras inmortales figuran: “Rayuela” (1963), “62 / modelo para armar” (1968), “Todos los fuegos, el fuego”, “El libro de Manuel” (1973), etc.

A continuación, tres microcuentos de este genio de la literatura mundial.

HISTORIA VERIDICA

A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al chocar con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo porque los cristales de anteojos cuestan muy caro, pero descubre con asombro que por milagro no se le han roto.
Ahora este señor se siente profundamente agradecido, y comprende que lo ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que se encamina a una casa de óptica y adquiere en seguida un estuche de cuero almohadillado doble protección, a fin de curarse en salud. Una hora más tarde se le cae el estuche, y al agacharse sin mayor inquietud descubre que los anteojos se han hecho polvo. A este señor le lleva un rato comprender que los designios de la Providencia son inescrutables, y que en realidad el milagro ha ocurrido ahora.


HISTORIA

Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta.


PROGRESO Y RETROCESO

Inventaron un cristal que dejaba pasar las moscas. La mosca venía, empujaba un poco con la cabeza y pop ya estaba del otro lado. Alegría enormísima de la mosca.
Todo lo arruinó un sabio húngaro al descubrir que la mosca podía entrar pero no salir, o viceversa, a causa de no se sabe qué macana en la flexibilidad de las fibras de este cristal que era muy fibroso. En seguida inventaron el cazamoscas con un terrón de azúcar adentro, y muchas moscas morían desesperadas. Así acabó toda posible confraternidad con estos animales dignos de mejor suerte.

martes, julio 6

Hablar solo


"El vecino" (1960). Óleo y tinta sobre papel de Roberto Viola


El viejo Lucas se caracterizaba por un detalle insalvable: hablaba solo. Y lo peor de todo era que esa manía le había ocasionado infinidad de problemas. Por culpa de ello había perdido su trabajo, varias de sus novias y a algunos de sus amigos, todos hartos, y hasta avergonzados, por ese incómodo y extraño comportamiento. Y es que además de hablar solo, estuviera en el lugar que estuviera, lo peor de todo era que ¡lo hacía a los gritos! Cansado de su situación, intentó curar su mal visitando a muchos doctores, a varios psicólogos, a algunos sacerdotes, a un médico brujo… Nada resultaba, y ya estaba perdiendo las esperanzas, hasta que… ¡la tecnología pudo salvarlo! Si, tal cual. Apenas apareció el primer teléfono celular a la venta, fue corriendo a comprarse uno y desde ese momento nunca dejó de usarlo. Y lo mejor de todo, es que no gasta ni un solo centavo en llamadas. Es que él tan solo lo utiliza para poder hablar consigo mismo.

domingo, julio 4

De a poco

Pintura de Eduardo Giusiano


De a poco mis raíces andantes se van cansando,
y la sangre embotellada que me embriaga se va acabando.
El cuentavueltas eterno nunca deja de marchar,
y los papeles que vuelan gritan que perdí un año más.
Cuando termino por refugiarme en mi cueva de ladrillos,
siento al apagón existencial hundir sus colmillos.
La fría cuarta parte del año ya no se disfruta,
cuando uno sufre por sentirse más uno que nunca.
Si esta locura que me incendia alguna vez muere,
si el mágico motor que opera en mí se detiene,
aquel solitario río de asfalto ya no podrá verme naufragar,
bajo esa compañera nocturna que brilla sin descansar.

sábado, julio 3

Dale Campeón!!!



¡¡¡Vamos Argentina!!! Ya estamos tan cerca de la final… ¡¿Cómo no ilusionarnos?! Ya mismo tendríamos que estar colgando las banderas pidiéndole perdón a Maradona. Pensar que un mes atrás protestábamos porque en la lista para el mundial no figuraban Zanetti, Cambiasso, Aimar, Gago, Lisandro López, Lavezzi, etc. Sin embargo, sorprendieron las actuaciones en esta Copa del Mundo de jugadores de los que no se esperaba mucho, por ejemplo, Otamendi, Clemente Rodríguez, Pastore (ex Talleres, valga la aclaración), Bolatti, Palermo. Y hasta aquí, sobresaliente lo de Messi, Higuain, Tevez, Romero, Mascherano y compañía. ¡¡¡Vamos Argentina!!! ¡Dale Campeón!

viernes, julio 2

Hipo

Dibujo de Álvarez


El ataque de hipo más curioso que conozco lo sufre un amigo mío, el gringo Pardini.
El pobre contrajo un molesto hipo cuando solo tenía veinte años y hoy, quince años después, lo sigue padeciendo. Sin embargo, ese irritable mal no le impidió llevar una vida normal. Se casó con su novia de siempre, tiene tres hermosos hijos y lleva adelante con mucho éxito su propia empresa. Y si bien desde hace mucho tiempo él ya se ha resignado al hipo, y hasta casi ya ni se da cuenta de ello, recientemente mi amigo me ha confesado un secreto. Me dijo que los días que tiene que ir al centro de la ciudad para realizar algún trámite, siempre se queda observando a aquellos artistas callejeros que, vestidos con largas túnicas y con el rostro y las manos pintados por completo de blanco, simulan ser estatuas de yeso, estatuas vivientes que se quedan absolutamente quietos por minutos, para luego realizar suaves y armoniosos movimientos que los llevan a una nueva posición, para asombro y admiración de los ocasionales transeúntes de la peatonal, que muy pronto terminan convirtiéndose en espectadores. “Sinceramente los envidio con toda mi alma”, me confesó mi amigo, “Daría cualquier cosa por poder hacer lo mismo que ellos, eso de quedarse totalmente quietos, aunque sea por una solo vez”. Pobre Pardini, ningún remedio, ningún tratamiento, ninguna terapia, puede acabar con esa tortura que lo condena a un violento movimiento involuntario cada vez que se le escapa un “¡hip!”.