Obra de Rocío Tisera

sábado, noviembre 29

El poeta de la plaza


El poeta estaba sentado en un banco de la plaza, escribiendo una de las más profundas obras que su sensible alma podía parir. De pronto, una hermosísima dama cruzó delante de él y por un segundo, ella lo sustrajo de su mundo íntimo e inspirado y fue subyugado por su belleza. Entonces, el poeta, obnubilado, entreabrió sus iluminados labios y pronunció a viva voz, para que escucharan todos los ocasionales transeúntes, las siguientes palabras: “¡Mamasa! ¡Te chupo las tetas!”. Luego de pronunciar esa frase y de escuchar el consiguiente insulto vergonzoso de la muchacha, el poeta volvió a internarse en la celestial poesía en que trabajaba en su cuaderno de apuntes, permaneciendo durante toda la tarde, sentado en ese banco de la plaza. “A veces la poesía”, escribió el poeta, “ante la incapacidad de poder hallar aquellas metáforas que reflejen con sensibilidad y fidelidad determinado acto u objeto, se rebela contra el propio poeta, desembocando ese torrente de pasiones y emociones en ocultas palabras que jamás creeríamos animarnos a expresar…”
¡Qué profundo! ¿No?

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