Obra de Rocío Tisera

domingo, julio 20

MICROCUENTOS 8


PERDEDOR: Perdí. Y yo odio perder. Y más odio que se burlen de mí. Y más odio aún que no me den la revancha. Perdí, y no me queda otra cosa que hacer que quedarme sentado en el suelo, insultándome, solo, mirando a la nada…
EL FIN DEL MUNDO SE ACERCA: En la calle hay un viejo barbudo y desaliñado que grita enloquecido que el fin del mundo se acerca. Puede tratarse de un demente, pero… ¡Que cagada! ¿No? Tenía muchos planes para el mes que viene. Ya estaba a punto de terminar de fabricar la fabricar la primera bomba atómica de mi país, por ejemplo.
LOS NIÑOS Y EL PAN: Las abuelas solían decir que cuando un niño nace, viene al mundo con un pan bajo el brazo, dando a entender que la llegada del bebé trae augurios de trabajo y dinero. Yo no estoy de acuerdo con esta frase y tengo una buena razón. Se de un bebé que nació con una marca, un 666 dibujado en la frente, y no trajo consigo nada bueno para sus padres. Es más, ellos murieron al poco tiempo en situaciones demasiado extrañas…
LAS GANAS DE DIOS: En algún momento de la eternidad, mientras se desplazaba por el Universo, Dios sintió ganas de cagar. Fue hasta el mundo que tuvo más a mano, levantó su blanca túnica, se puso de cuclillas y defecó. Limpió su celestial culo con las copas de unos árboles y se marchó, ya más tranquilo, hacia el infinito. Dios, sin saberlo, acababa de crear a la Humanidad.
AUTORETRATO: Una tarde, en la escuela de arte, el profesor pidió a cada uno de los alumnos que hiciera un autorretrato. Entonces, yo tomé mi lápiz y tracé sobre el papel un dibujo en el que reflejé fielmente mi rostro. A pesar de ello, mis compañeros apenas lo vieron opinaron que el dibujo no tenía nada que ver conmigo. Sin embargo, estoy seguro que me retraté tal como me suelo ver en el espejo cada día. ¿Será que mi rostro no es como yo creo?

domingo, julio 6

Tenía pensado...


Tenía pensado escribir un cuento acerca de un joven y brillante científico, que luego de muchos intentos logra inventar un ingenioso artefacto que le permite viajar en el tiempo y que él mismo utiliza en su primer ensayo para trasladarse veinticinco años hacia atrás. Ya en el pasado, este científico conoce a una bella joven de la que se siente atraído y con la que, luego de invitarla a salir y luego de unos tragos de más, termina en la cama, teniendo durante toda la noche. Al día siguiente, el joven emprende regreso hacia el presente, sin jamás llegar a saber que aquella mujer con la que se acostó quedó embarazada de él, y no solo eso, sino que tampoco nunca supo que ella, con el tiempo, se transformaría en su futura suegra, por lo que su actual novia, su futura esposa, es ni más ni menos que… ¡su hija! Esto era, más o menos, la idea central del cuento que tenía planeado escribir, pero que al final no lo pude realizar debido a dos motivos insalvables: primero porque debo sortear las innumerables contradicciones del espacio-tiempo, sin dejar de lado las complicaciones morales que genera un tema tan delicado como el incesto, y segundo, porque tengo a mi lado un tipo que apareció de la nada, que es demasiado molesto y que interrumpe continuamente mi escritura, insistiendo una y otra vez con que él es mi tataranieto, aunque yo ni siquiera tengo hijos, pretendiendo a su vez que lo ayude a asesinar a una persona, no se quién, que en el futuro será un sangriento dictador de un país de Sudamérica. ¡Que le vamos a hacer! Uno intenta escribir una obra maestra y siempre aparece alguien dispuesto a echarlo todo a perder. Es que el mundo está lleno de locos…