Obra de Rocío Tisera

lunes, septiembre 11

La abuelita

Por la pantalla del televisor desfilaban cientos de canales a una velocidad tan alta, que se hacía difícil ver que programas se estaban transmitiendo en ese momento.
El responsable de ese zapping incesante era un chico de doce años que se encontraba cómodamente sentado en un mullido sofá del living. En esa especie de ruleta en que se había transformado el televisor, la suerte quiso que el número del canal elegido fuera el 69 y ahí mismo se detuvo por fin el pulgar derecho que presionaba el botón del control remoto. El chico quedó boquiabierto al ver la película que ese canal estaba transmitiendo.
Una rubia despampanante, de labios carnosos y pechos infartantes, se bañaba con una escultural pelirroja en una escena sugerentemente lésbica. De pronto, aparece otro ¿actor? personificando a un plomero, que aparentemente pretende reparar alguna avería situada en esa misma ducha, con el obvio resultado de que el tipo termina también desnudo sumándose al juego que ya habían comenzado las dos muchachas.
Si bien era una ingenua película argentina de los años ochenta (quizás una de las primeras que se filmaron con la llegada de la democracia) para los ojos de ese joven era una de las cosas más impactantes que había visto en su vida. El muchacho, instintivamente llevó su mano a la entrepierna y comenzó a bajarse el cierre del pantalón, hasta que un ruido lo sobresaltó.
Era la puerta que se abría. Su abuela entraba al living con una bandeja repleta de humeantes y sabrosas galletas dulces recién horneadas, junto con una gran taza de chocolate caliente.
El muchacho rápidamente sacó la mano de sus genitales y en una veloz maniobra logró tomar el control remoto del televisor cambiando de canal.
El chico se levantó visiblemente nervioso, transpirando y con el rostro rojo por la embarazosa situación, y solo alcanzó a decir: -“¡Gracias abuela! Dejalo en la mesita que yo tengo que ir al baño…”La abuela, con la sabiduría y la experiencia que le dan los años, tomó el control remoto y presionó el botón con el que se sintoniza el canal anterior. Ella, del susto casi pega un salto y su corazón comenzó a latir con fuerza cuando ante sus ojos húmedos, apareció esa vieja película ográfica.
Sintió una mezcla de nostalgia y melancolía, al verse en la televisión tan rubia, tan y, tan joven… Aquella época en que ella era más conocida como Lola Pasión, “La Cicciolina argentina”, “La nueva Isabel Sarli”. Pero esos locos momentos quedaron sepultados bajo el inexorable paso del tiempo. Ahora es tan solo la abuela Betty. La dulce abuelita Betty.
El muchachito salió del baño muchísimo más relajado de lo que se lo veía unos minutos atrás y sonriéndole a su abuela, se terminó gustosamente la taza de chocolate y las ricas galletitas viendo los dibujitos animados.
Pero por mucho tiempo, él no se pudo sacar de la cabeza a aquella película de la rubia despampanante.

FIN

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