Obra de Rocío Tisera

sábado, octubre 9

El Gran Milton

"Un ángel". Pintura de Antonio Seguí

El imponente cartel había convocado a mucha gente para ver la función. “Milton, el más grande hipnotizador de todos los tiempos”.
El teatro estaba colmado y en la atmosfera reinaba la ansiedad, la curiosidad y el escepticismo. Es que ya en el siglo XXI se hace muy difícil creer en este tipo de espectáculos en los que, como todo el mundo sabe, lo único que hay es show y fraude. Ya quedaron muy lejanos aquellos tiempos en que la gente se creía cualquier cosa. Sin embargo, hoy cualquier cosa se puede hace si se cuenta con un buen representante, un buen publicista y por sobre todo, mucho dinero. Porque el famoso Milton era un acaudalado artista que había incursionado en el hipnotismo primero como hobby y que luego lo tomó como carrera.
De pronto, las luces del teatro se apagaron y un fuerte sonido de trompetas retumbó en la sala a la vez que una grave voz en off lo presentaba.
“Esta noche, ustedes tendrán el honor de ver al más genial profesional del hipnotismo mundial. Con ustedes: ¡El Gran Milton!”
Las luces se encendieron y allí estaba él, sobre el escenario, con el micrófono en la mano. Los espectadores guardaron un respetuoso silencio y se entregaron al espectáculo, divertidos.
“Necesitaré un voluntario… haber… usted señor, si, el de la primera fila, el de camisa gris…”
El señor de la camisa gris subió luego de muchas dudas y cavilaciones, y no se lo veía de muy buen humor que digamos. Claro, en este momento ese pobre señor era el centro de todas las miradas del teatro.
“Bueno señor, su nombre es… ah! Ricardo, bueno Ricardo, usted relájese y no se haga ningún problema que nadie le hará daño. Simplemente relájese, cierre los ojos, respire profundo y a la cuenta de cinco usted quedará completamente dormido. 1, 2 3, 4… 5.” Ricardo quedó instantáneamente dormido.
“Bueno Ricardo, usted a partir de ahora, no será más un humano, usted ahora es un pájaro, digamos, un gorrión…”
Y Ricardo, o quien era Ricardo, comenzó a aletear con lo que antes eran solamente sus brazos y luego de silbar por un rato, comenzó a cobrar altura hasta que, con gran velocidad, pasó volando por sobre las cabezas de todos los que se hallaban presenciando el show. Los espectadores ovacionaron al Gran Milton durante casi media hora y su espectáculo fue todo un éxito.
En tanto, al pobre de Ricardo, a pesar de todos los esfuerzos, aún no han podido atraparlo.

1 comentario:

Solera dijo...

te envidio, porque leo tus cuentos y son tan fluídos que me digo "¿por qué no se me ocurrió a mí primero?" :D