Obra de Rocío Tisera

martes, junio 2

El artista


El sueño de Antonio Rousseau era convertirse en un talentoso, reconocido y millonario artista. Pero la cruel realidad era que él estaba muy lejos de ese objetivo, ya que artísticamente era bastante mediocre y económicamente se encontraba en la ruina.
Su novia, la misma de hacía diez años, le apoyaba en todos sus pasos y le soportaba cada uno de sus fracasos. Pero en su intimidad, Antonella, tal el nombre de su amada, sufría en secreto la desilusión de no poder conformar una familia como ya lo habían hecho casi la totalidad de sus amigas. Los años pasaban rápidamente y sus 35 recién cumplidos le comenzaron a preocupar de una manera que antes, nunca habría imaginado.
Ella era una mujer bastante atractiva y nunca le faltaron pretendientes y admiradores que le propusiesen abandonar a ese fracasado seudo-artista para iniciar una nueva vida. Y si bien algunas veces lo había llegado a dudar, el amor que sentía por Antonio siempre terminaba imponiéndose, difumando así toda idea de abandonarlo.
Mientras tanto, Antonio pasaba por cada una de sus facetas artísticas, cosechando no solo las críticas desfavorables de la totalidad de los especialistas, sino también la burla generalizada de los miembros del ambiente cultural.
Comenzó con la pintura y a pesar de sus denodados y briosos esfuerzos en intentar ser original en la manera en que combinaba colores, texturas y atmósferas, no solo no logró vender ni siquiera un miserable cuadro de los cientos que pintó, sino que además su trabajo fue defenestrado despiadadamente por los críticos.
Luego continuó con grandes instalaciones conceptuales, exponiéndolas en algunas galerías de arte de la ciudad, pero no pudo evitar que el público jamás comprendiera su obra ni tampoco impedir que lo ignorara bochornosamente.
El siguiente paso fue probar suerte con la poesía, y si bien llegó a publicar algunos de sus espantosos versos, la mayoría de los mil libros en que consistió la edición terminaron apilados en el oscuro sótano de la casa de sus padres y los pocos libros que llegaron a una librería, quedaron rápidamente en la mesa de ofertas, cubriéndose lentamente de tierra. El culpó de su fracaso a los best seller impuestos por las grandes editoriales, a las mafias enquistadas en los círculos literarios y a la falta de promoción que tiene la poesía. Pero lo cierto, es que sus letras carecían de inspiración, métrica y, por sobre todo, de buen gusto.
Después le llegó el turno a la música, aunque en realidad fue un paso demasiado fugaz.
Dio un solo concierto ejecutando el violín, y si bien explicó que lo suyo consistía en música de fusión, experimental y de vanguardia, lo cierto es que ejecutó el violín de la misma forma en que un pelotón de fusilamiento ejecutaría al condenado a muerte.
Ya a esta altura de las circunstancias, Antonella le imploraba de rodillas que se olvidara de sus inspirados trabajos y se abocara a buscar un verdadero empleo, ya que solían pasar varios días sin siquiera una moneda para comprar algo para comer. Y ni hablar de las ilusiones de ella de poder formar una familia, ya que su sueldo de empleada en un comercio del barrio, apenas les alcanzaba para pagar el alquiler.
Por todos esos motivos, poco a poco, Antonella empezó a cansarse de los desvaríos de su novio y de los nulos progresos que había realizado en su vida por culpa de él. Pero Antonio le pidió una última oportunidad.
-¿Escultor? ¿Ahora quieres ser escultor?
-Si ¿Por qué? ¿Ahora dudas de mí?
-No se que pensar Antonio, pero lo cierto es que la dueña de casa hoy me dijo que si no le pagamos los tres meses de alquiler que le debemos nos va a echar a la calle, y vos sabés muy bien que con lo que yo gano no…
-No te hagas problemas mi amor, en serio, estoy convencido que con las esculturas que voy a crear, no solo vamos a poder pagarle lo que le debemos a esa vieja analfabeta, sino que no vamos a mudar a un barrio privado. Y no solo eso, compraremos los muebles más sofisticados, viajaremos por el mundo y…
-¿Pero me estás hablando en serio, Antonio? ¿No te das cuenta de que no tenemos donde caernos muertos? Discúlpame, pero ya me estoy cansando de esta situación. Estoy harta de no tener que comer, de no poder comprarme aunque sea una miserable bombacha, de no tener hijos y sobre todo estoy harta de ser la única que trabaja en esta casa…
-¿Pero que me querés decir? ¿Qué soy un fracasado? O sea que tú también eres una de esas incultas personas que no comprende nada de arte…
-Antonio… me voy. Te quiero mucho, pero así no puedo seguir. En serio, discúlpame.
-No. No te disculpo. Y tú no te vas a ningún lado.
Antonella intentó atravesar la puerta, pero Antonio, en un ataque de nervios, la tomó violentamente de los cabellos, arrastrándola por el piso. Con mucho esfuerzo, ella logró zafarse sujetándose de la mesa. Tironeando del mantel, pudo alcanzar el florero que su madre le supo regalar para su cumpleaños y apuntándole a la cabeza de Antonio, lo arrojó con todas sus fuerzas. La frente de él pronto comenzó a sangrar y apenas notó la herida que ella le había causado, su furia fue aumentando hasta llegar a enceguecerlo.
Antonio tomó del cuello a Antonella, con esas mismas manos que habían fracasado con la pintura, las instalaciones, los poemas y la música.
La tomó firmemente del cuello hasta dejarla pálida, sin respiración.
Recién le soltó el cuello cuando sintió que sus manos se le habían entumecido.

Hoy, Antonio Rousseau se ha convertido en un talentoso, reconocido y acaudalado artista.
Todo es debido a una de sus esculturas, la más bella y sensual escultura que podría haber nacido de las manos de un artista.
Si bien los críticos hacían la observación de que el resto de la obra de Rousseau era bastante mediocre en realidad, todos consentían que “Antonella”, tal el nombre de su escultura, era única, majestuosa y sublime.
La figura, un desnudo hecho de cemento, era el retrato fiel de quién había sido su amada novia hasta no hace mucho tiempo. Era un hecho en el chismoso ambiente artístico, de que esa insensible mujer había abandonado a Rousseau muy cruelmente, rompiéndole para siempre el corazón. Él, a pesar de ello, le dedico esta obra a su amor de toda la vida.
Y eso era lógico teniendo en cuenta que debajo de ese cemento que utilizó, se encuentran ocultos ni más ni menos que los restos mortales de la pobre Antonella.
Antonio pagó todas sus deudas y ahora habita un impresionante chalet ubicado en el más importante barrio privado de la Capital. Mientras tanto, “Antonella” viaja por todo el mundo, visitando las más prestigiosas y afamadas galerías de arte.

1 comentario:

Solera dijo...

va!

que miedo me das mi querido gustavo antonio jeje no se crea, ganas de joder

me ha gustado bastante, hasta que la mujer le dio un empuje a la pobre carrera del novio!

saludos