Obra de Rocío Tisera

sábado, abril 25

Tratado sobre religión

(Ilustración: Rocambole)


En verdad, no recuerdo mucho sobre el accidente. Solo tengo en mi cabeza unas vagas imágenes de un auto destruido dando interminables tumbos a un lado de la ruta. Creo que se trató de un accidente que involucró a varios vehículos. No se, solo tengo esa sensación. Recuerdo un rumor de voces desconocidas alrededor de mí y luego solo la oscuridad.
El vacío duró por algún tiempo, aunque no puedo precisar si se trató de un minuto o de un siglo. Solo se que de pronto, de la nada, apareció una luz y yo, en lugar de quedarme en ese tranquilo universo negro, fui sin dudarlo tras ese punto brillante, no porque estuviera seguro de algo, sino por simple curiosidad. Caminé hacia la luz, sin ningún obstáculo la atravesé y de pronto me hallé ante una muralla que parecía elevarse infinitamente hacia las alturas.

Un amplio portón con rejas que parecían estar hechas de oro puro, dejaba ver un verde y frondoso bosque que llenó mis sentidos de vivos colores, de aromas dulces y suaves, de sonidos agradables y por sobre todo de una calma que me relajaba hasta casi adormecerme. En el ingreso de esa fortaleza que protegía ese paraíso, un viejo se hallaba sentado dentro de una garita, llevaba uno de esos tradicionales uniformes que suelen vestirlos guardias de seguridad. Cuando ese señor advirtió mi presencia, se puso lentamente de pié, tomando al mismo tiempo una carpeta que se encontraba sobre el escritorio. Yo me acerqué hasta el portón y apoyé mis manos en las doradas y brillantes rejas. El viejito se acercó a mí, acomodándose la gorra azul y luego de limpiar muy cuidadosamente sus lentes, comenzó a preguntar.
- ¿Cual es su nombre?
- Mi nombre es Stavniel Iser.
El viejo se volvió a sacar los lentes y volvió a limpiarlos hasta que él pareció finalmente convencido de que en los cristales ya no quedaba ninguna suciedad.
-¿Usted es Stavniel Iser? ¡Un placer conocerlo! Así que usted es quien escribió que “…el hombre es un animal, más evolucionado, pero un animal al fin. Un caballo, al morir ¿Va al cielo o al infierno? ¿Hay animales buenos o malos? Dicen que los animales, a excepción del hombre, aunque él es un animal, no tienen alma. ¿Por qué están tan seguros? ¿Será porque no hablan, no razonan? De ser así, una persona que nazca con problemas neurológicos o con algún retraso mental, o las que se encuentran debido a un accidente en vida vegetativa, ¿tampoco tienen alma? ¿Y si el alma no existe? Si el alma no existe tampoco existe el cielo, ni el infierno…. ¿Y si Dios no existe..?”
-Si, es así, yo lo escribí – Contesté con algo de vanidad.
El viejito se quitó los lentes y me volvió a mirar. Parecía estar algo malhumorado.
-Y es él que escribió también que “…si Dios es perfecto, si Dios ve todo y sabe todo y puede hacer todo y es todopoderoso, infinito e invencible. ¿Por qué nos hace sufrir? ¿Por qué permite que pasen todas las catástrofes, desastres naturales, guerras, injusticias, etc., etc.? Si él sabe todo lo que va a pasar ¿Por qué permite que todas esas desgracias sucedan? Dicen los teólogos que es para que nosotros aprendamos con la experiencia. ¿Usted dejaría que sus hijos se maten, se torturen, se roben, se violen, solo para que aprendan de esas experiencias? ¿Aprender que? Hubiese sido más fácil, ya que Dios es perfecto, que de una sola vez el hombre hubiese sido creado perfecto, a no ser que nuestra deidad se trate de un ser cínico y malvado que goza viendo sufrir a su creación....”
En ese momento, ya no estuve muy convencido de decir que si. Pero opté por reconocer la verdad.
-Efectivamente, eso lo escribí en mi último libro “Tratado sobre religión”.
-Por lo tanto, usted también expuso en esa misma obra que “…suponiendo que Dios existe y que es lo más perfecto, puro y poderoso, es muy insensato pensar que nosotros, seres grotescos, impuros, imperfectos y por sobre todo viles, pasemos de este estado material y burdo a situarnos al lado de lo más todopoderoso del universo. Me parece que no es que nos estemos elevando hacia Dios, sino que a Dios lo estamos bajando al nivel del hombre. Me parece contradictorio pensar que una persona que robó, mató o violó, con solo creer en Dios y rezar, reciba el perdón divino y se gane el paraíso. En este tema, la religión pone en igual nivel al que vivió sin pecar y al que se pecó todo. Esto del perdón celestial no deja de ser otra cosa que un indulto para hacer lo que se nos cante sin cargos de conciencia…”
Cuando ese extraño anciano terminó de decir estas palabras de manera hosca y antipática, percibí que me encontraba en un aprieto.
-Y… Si, es así exactamente, usted lo ha dicho en forma textual, palabra por palabra. Tiene una memoria asombrosa.
-Aja. Eso suele decir la gente que me conoce… Bueno, de acuerdo a mi memoria, usted continúa su diatriba con palabras como “…si Dios está en todos lados ¿Por qué es necesaria la construcción de iglesias? ¿Por qué la mayoría de las iglesias son edificios refinados, que en su mayoría hacen ostentación de objetos valiosos, si en todas las religiones se habla de que la única manera de llegar a Dios es dejando a un lado lo material? Cada iglesia, cada religión, ejerce una parte del poder sobre una nación o una región. Nadie quiere perder esa posición privilegiada en la toma de decisiones de un estado...”
Después de esto, me di cuenta que definitivamente me hallaba en problemas.
-Efectivamente, eso es lo expongo en mi ensayo.
Cuando el viejito terminó de preguntarme, repreguntarme y de anotar en su planilla todas mis respuestas, y sin mostrar en su rostro ningún tipo de sentimiento ni emoción, me habló con voz grave y un poco cansada.
-Lo siento don Iser, pero en este reino no hay lugar para usted.
Un cartel colocado en un extremo del portón decía con letras claras y doradas “La casa se reserva el derecho de admisión”. Fue lo último que alcancé a ver en aquel onírico y hermoso lugar, porque de pronto volvió la oscuridad total y el silencio absoluto.

Un nuevo punto blanquecino apareció repentinamente y comenzó a ensancharse ante mis cegados ojos. Nuevamente, fui hacia él y me introduje temerariamente en ese resplandor. Aparecí en un lugar desolado, lleno de escombros y de inmundicias, un escenario semejante a una de aquellas grandes ciudades destruidas por la furia de la guerra.
El cielo se encontraba cubierto por unas densas y rojizas nubes que aparecían intimidantes ante mis sorprendidos ojos. En el aire flotaba un tufo que olía a sangre, a corrupción, a muerte. Hallé a un hombre desagradable y de mal aspecto, sentado sobre el tronco de un árbol caído, que se encontraba en llamas. Él parecía no sufrir el fuego y se lo veía calmo y distendido. Cuando advirtió mi presencia se sonrió burlonamente. Su rostro, aún lleno de arrugas y cicatrices, le hacía aparentar no más de cincuenta años. Sus ropas aparentaban ser aquellas que suelen vestir los mendigos y vagabundos en cualquier ciudad del mundo, pero su forma de hablar era correcta y distinguida. A pesar de todo, daba la sensación de ser una persona importante y poderosa.
-¡Bienvenido a mi reino! Por lo visto no ha sido una agradable recepción la que tuvo en el otro lado, pero no se preocupe, aquí a todos los recibimos con los brazos abiertos. ¿Cuál es su nombre, amigo?
-Mi nombre es Stavniel Iser. ¿Por casualidad, esto no es el…?
-¡Ah! Tú eres el mismo Stavniel Iser que escribió que “…una persona que profesa alguna religión, puede matar, robar, pecar y sin embargo recibir el perdón de Dios e ir al paraíso. Una persona atea o que no practica ninguna religión y que jamás robó, mató o pecó, para las distintas iglesias termina ardiendo irremediablemente en el infierno. La religión, por lo tanto, es una inmunidad para atentar contra nuestros prójimos sin sentir luego cargos de conciencia…”
-Si, yo lo escribí –Dije de mala gana, pero ya curado de espanto.
-Me parecía. Entonces fuiste tú el que también publicó que “…cada vez es menor la cantidad de gente que practica o que pertenece a una religión. Sin embargo cuando alguien dice que Dios no existe, todos se vuelven locos. En realidad, ellos tampoco creen mucho en Dios, ya que si creyeran en Él, vivirían respetando, al menos, los preceptos básicos de buen comportamiento y sanas costumbres y ni hablemos de los mandamientos… Si la gente peca sin miedo, es porque no teme el infierno, porque no cree en el infierno. Si no existe el infierno tampoco debería existir por lo tanto el paraíso. Y si no creen en el infierno ni tampoco en el cielo… ¿Es por que tampoco creen en Dios...?”
-Está en lo correcto.
-Pero mire que interesante… A mi personalmente me llama mucho la atención cuando usted dice que “…la gente que va a las iglesias en los barrios de más ingresos, rezan y profesan el amor por el prójimo. Pero apenas traspasan las puertas de esos lugares sagrados, miran con el mayor de los desprecios a los pobres, mendigos y hasta a los niños que piden monedas. Rápidamente se olvidan del amor al prójimo a no ser que para esa gente de clase acomodada, el prójimo sea solo otra persona de su clase social…” Y ni hablar cuando comenta que “…las religiones en vez de criticar y condenar a los agnósticos y ateos deberían preocuparse por los actos de sus respectivos fieles que cometen cualquier barbaridad y se refugian luego en el perdón de Dios…” Y también es imperdible la acidez que derrocha frases como “…yo voy a convencer a creer en el juicio final cuando vea a todos los religiosos del mundo desprendiéndose de sus valores materiales, quedándose solo con los que llevan puesto, para comenzar una vida más pura, más espiritual, más armoniosa. Pero si ellos no están convencidos de aquello que tanto predican, ¡Porque intentan convencerme de ello a mí…!”
-¡Vaya! Es realmente maravillosa su memoria. Por lo visto ha leído con mucho detenimiento mis obras…
-Y dígame, don Iser, ¿Qué piensa ahora de todo lo que escribió en su libro, luego de haber visitado los dos reinos?
-Que realmente no me parecen gran cosa. El Cielo, el Infierno… Creo que no son más que estados alterados de la mente, no los presiento como si fueran de esencia espiritual. Ahora, disculpe, pero tengo una pregunta que hacerle. La reencarnación, ¿existe o no?
-¡Pero claro que si, mi amigo! ¡Claro que existe! Precisamente, viendo que no le resulta muy interesante mi reino, ahora mismo lo mando hacia allá, hacia el eterno punto de partida. Disfrútelo, que este será su último viaje por hoy…

De pronto todo se hizo oscuro otra vez y los lamentos y quejidos del averno se callaron.
Y de nuevo se encendió la luz, pero ya no en forma de punto en expansión, en forma de túnel, sino que hubo una explosión de claridad por todo mi alrededor.
Estaba en una sala de quirófano y alcancé a ver a un par de doctores, con sus respectivos barbijos. Yo entonces me pregunté “¿Acaso seré un bebé? ¿Será cierto que tendré una nueva vida? ¿Cuál será mi nuevo nombre…?”
Mientras me hallaba fascinado ante estos interrogantes, uno de los doctores se acercó a mí, vio mi rostro y con una sonrisa burlona le preguntó a su colega que se encontraba cerca
-¿Así que este es un famoso escritor?
-Si, así parece…
-Iser… Stavniel Iser… Si, si, creo que es él.
-¡Que suerte tiene este tipo! ¡Fue el único que sobrevivió en ese accidente!
Yo, extremadamente adolorido, aún a pesar de los múltiples sedantes que me suministraron, alcancé a preguntar con un hilo de voz
-¿Qué me pasó?
El doctor que se encontraba a mi lado, sin dejar de sonreír, dijo sin perder su ironía
-Nada, sacando que estuviste muerto durante un par de segundos… ¡Nada!
El otro doctor, sin perder tiempo, también se aproximó a la cama y con mucha curiosidad me preguntó
-¿Y? ¿Qué hay del otro lado? ¿Qué fue lo que vio? ¿Usted escribe sobre esos temas, no es así?
-¿Qué vi? Nada, la verdad es que no vi absolutamente nada. Todo es tal cual como lo escribí en mis libros…

4 comentarios:

GustavoHArrietaL dijo...

mire tocayo.. y pensar que a veces rompemos, quemamos, olvidamos papeles por alguna absurda jugada del auto-criterio.

somos duros con nosotros mismos en cuestiones literarias...

sobre religión no opino,
pero se anotó un gol con la mano usted tambien

IndeLeble dijo...

Pasaba a saludarte y dejarte un beso Gustavo , tanto tiempo!!
Que alegría te había perdido :)

Graciela L Arguello dijo...

Me encanta el texto, y sobre todo tu postura crítica ante la religión. A mí, largarme a escribir y atreverme a publicar un ensayo satírico sobre ese tema, ( el mismo que estoy subiendo lentamente al blog) me trajo algún disgusto. pero me alegra que seamos varios los que nos atrevemos a desafiar el "pensamiento correcto"
Un beso Graciela

Anabel dijo...

Hola!!
muchas gracias por tu comentario, yo soy ''de la vieja'' Andalucía, si tenemos fama de ser muy grciosos y de estar de fiesta.
Tenemos una filosofia de vida distinta la del resto de España.
Eso e lo que hare disfrutar, reir siempre es mejor que llorar.
muchas gracias por tu consejo.
luego te comentare sobre tu texto:P
un fuerte saludo, y un abrazo desde
Málaga, Andalucía