Obra de Rocío Tisera

miércoles, octubre 18

Breve e interminable historia

Ella se encontraba pálida y ya casi sin respiración sobre el frío piso.
Él, apenas entró en esa cabaña situada en la cima de la montaña, desesperado, se dio cuenta rápidamente que su esposa había sufrido un paro cardíaco y sabía que debía apurarse en llevarla al único centro de salud que existía en ese pequeño poblado. Afuera, una tormenta eléctrica iluminaba la naturaleza, mientras los truenos hacían vibrar el valle de una manera que hacía parecer que en cualquier momento todo se iba a desmoronar. El muchacho, en medio de la lluvia, cargaba a su joven esposa, fría y casi sin vida, mientras sus pies se hundían en el barro del sendero rumbo a su camioneta. En ese instante, un furioso rayo cayó en el lugar en donde ambos se encontraban. Luego del terrorífico estruendo que acompañó a esa deslumbrante luz, la mujer, que fue alcanzada por esa gran descarga eléctrica, reaccionó llena de vida y de forma casi milagrosa, pudo ponerse de pie. Cuando ella, desorientada y aún conmocionada por lo sucedido, vio que a sus pies se hallaba el cuerpo inerte de su esposo, lo tomó de un brazo con las fuerzas que le quedaban y comenzó a arrastrarlo por el lodo, con dirección a donde se encontraba la camioneta. Pero no alcanzó a recorrer un metro, que un nuevo rayo cayó en ese mismo lugar. En esta oportunidad, el resultado fue inverso. Ella quedó en el piso, quizás a punto de exhalar, nuevamente, último suspiro, mientras él lentamente se incorporaba sobre sus pies, que tiritaban por la debilidad y el frío, intentando llegar de una vez a la camioneta con el cuerpo inconsciente de su esposa. Pero por esas cosas inexplicables de la naturaleza, un nuevo relámpago cayó en el lugar, con el resultado que ya muchos pueden imaginarse. Ese fenómeno se repitió una y otra vez, durante toda la noche.
Al día siguiente, varios habitantes del pueblo juraban incansablemente a todos aquellos que quisieran escuchar la historia, que habían oído con suma nitidez en medio de la tormenta, como una risa grave y estridente retumbaba en los conmocionados cielos.

FIN

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