Obra de Rocío Tisera

lunes, febrero 5

Enanos y gigantes


Había una vez un mundo que contaba con habitantes muy singulares.
La mitad de su población consistía en gigantes, la otra mitad era de enanos.
Durante muchísimos siglos, ambos pueblos habían vivido en armonía y crecido juntos muy prósperamente. Nada hacía pensar que algún día, esa excelente relación que ellos habían logrado crear y mantener, se cortaría abruptamente. Pero ese inesperado día, llegó finalmente cuando comenzaron a escasear los recursos naturales del planeta que habitaban.
Entonces aplicaron varias medidas para paliar esa critica situación: racionalizar el agua, incentivaron el cultivo en tierras ociosas, repartieron equitativamente los alimentos, reciclaron desperdicios, etc.…
Pero a pesar de todos los esfuerzos no se logró revertir la crisis.
Los enanos se reunieron en una asamblea y llegaron a la conclusión de que el origen del mal que estaban viviendo no se debía a la sobrepoblación, sino a los gigantes, que al ser muchos más grandes, consumían también muchos más recursos que ellos: más cantidad de agua, de alimentos, de combustibles, de espacio…
“Los enanos somos más chiquitos y por lo tanto, también más prácticos” era la conclusión a la que habían llegado, y por lo tanto, siguiendo con ese razonamiento, decidieron que la única manera de salvar el mundo era eliminando a todos los gigantes e inmediatamente y sin dudarlo, les declararon la guerra.
Los gigantes, heridos en su orgullo por haber sido acusados del mal que aquejaba al planeta, salieron igualmente de presurosos a buscar sus armas.
E inevitablemente, la guerra estalló.
El conflicto se extendió durante varias décadas, hasta que la gente de ambos bandos, cansada de tanto sufrimiento, decidieron firmar la paz.
Debido a las bajas que ocasionó el conflicto, solo sobrevivieron el 20% de los gigantes y el 20% de los enanos. Y se dieron cuenta de que ahora los alimentos, el agua, el combustible, el espacio y el resto de los recursos alcanzaban y hasta sobraban para la cantidad de gente que por el momento habitaba el planeta. Y una vez alcanzada la paz, los pueblos de los gigantes y de los enanos, volvieron a tratarse nuevamente de manera amistosa, cordial y confiada.
¿Cómo? ¿No es que la guerra es una atrocidad inhumana, absurda e inútil?
Seguramente que lo es.
Pero en este caso, el planeta logró de este modo mantener su equilibrio ecológico.

¿FIN?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tremendo... y quizá real como la vida misma.