Obra de Rocío Tisera

miércoles, febrero 7

El otro


Suena el despertador (¡la puta que los parió!).
Son las seis de la mañana e inevitablemente tengo que ir a trabajar.
Apagué la estridente alarma del despertador de manera casi automática y cruzando mis manos debajo de mi cabeza, mirando la humedad del techo, hice un rápido repaso de la situación y me di ánimo para levantarme de una buena vez para poder terminar con esa absurda agonía de hacer “fiaca” en la cama.
No encendí la luz del velador para no molestar a mi esposa, que seguía durmiendo plácidamente, ignorando todo lo que ocurría a su alrededor. Aunque esa dicha solo le duraría una hora más, ya que ella también tendría que ir a trabajar.
La rutina de cada día hacía que, a la manera de un sonámbulo, me vistiera tan rápida y mecánicamente que varias veces llegué a la parada del ómnibus con la sensación de que estaba desnudo o a lo mejor, mal vestido.
Solo minutos después ya me encontraba en la calle. Por la cantidad de gente que se allí se encontraba, y por la cara de fastidio y de apuro que tenían, no me costó nada darme cuenta de que el colectivo se estaba demorando. Por lo visto, ellos se encontraban de peor humor que yo, porque ante un saludo espontáneo que le hice a un par de personas que suelen tomar la misma línea que yo, me ignoraron completamente (¡váyanse a la mismísima mierda!).
El ómnibus se demoró más de media hora y a medida de que el tiempo pasaba, menos ganas tenía de ir trabajar. Luego de meditarlo no más de un par de segundos (no había mucho por que dudar) di media vuelta y me dirigí de regreso a mi hogar, dulce hogar.
Decidí entrar a la casa sin hacer ningún ruido para darle una grata sorpresa a Virginia, pero la sorpresa, desagradable, me la llevé yo. En mi cama, en mi mismísima cama, quizás durmiendo, se encontraba un hombre abrazando a mi esposa (¡¡¡Soy un cornudo!!!)
¿Qué debía hacer? ¿En qué momento apareció este tipo? El ya estaba durmiendo… ¿Habrán hecho el amor? ¿Tan rápido? ¿Será eyaculador precoz? ¿Y si es un ladrón o un degenerado o un imbécil haciéndome una broma con la desubicada de mi esposa?
¿Cómo podrían esperarme para hacerme una broma si ellos no sabían que yo volvería?
¿En qué momento entró esa persona aquí? ¿Y si en realidad esa persona estuvo toda la noche escondida en casa esperando el momento en que me marchara?
Tomé un palo de amasar que se encontraba en un cajón de la cocina y marché hacia el dormitorio, dispuesto a reventarle la cabeza. Me paré al lado de él y respirando hondo, decidí que primero debía prender el velador para ver al menos, el rostro del desgraciado al que iba a golpear. Pero en el momento en que se encendió la luz, me llevé la segunda gran sorpresa del día.
La persona que se encontraba durmiendo al lado de mi amada esposa era ni más ni menos
¡¡¡QUÉ YO!!!
Mi corazón comenzó a latir tan rápido, tan estridente, que cerré los ojos por el incipiente dolor que me apretaba el pecho. Cuando levanté mis pesados párpados, me encontré abrazado a Virginia, transpirado y aún temblando por lo que acababa de ver.
Al rato sonó el despertador, pero no el mío sino el que se encontraba en la mesita de luz de mi esposa. Ya eran mas de las siete de la mañana y ella debía levantarse para ir a trabajar.

FIN

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