Obra de Rocío Tisera

sábado, febrero 21

Dioses


Se de un dios que infructuosamente intentaba pasar desapercibido.
Se de un dios que siempre tendía a enamorarse del mal.
Se de un dios que creaba dogmas para que existieran los herejes.
Se de un dios cuya bigamia espiritual lo llevaba a querer al bien casi tanto como al mal.
Se de un dios que tuvo una secta que nunca lavaba las mentes, sino que las ensuciaba tan solo un poco más.
Se de un dios que volvió cleptómano al tiempo para que se desvelase por robar vidas.
Se de un dios que no deseaba ser una estrella fugaz ni una fiebre pasajera, sino que venía aquí para quedarse, para quemarnos.
Se de un dios que desconfiaba de todo aquello que siempre pasaba, de todo aquello que nunca se posaba.
Se de un dios que creo el elixir de la vida eterna y luego lo hizo evaporar muy lentamente, ante los ojos de todos.
Se de un dios que poseía la particularidad de adorar todo tipo de blasfemias, todo tipo de pecados.
Se de un dios que no siempre creía en si mismo, por lo que a veces se volvía ateo.
Se de un dios que en todo momento tenía los alfileres preparados para el momento del maleficio.
Se de un dios que creía que a las personas las cargaba el diablo.
Se de un dios que sabía que el destierro del alma era peor que el entierro de la carne.
Se de un dios que conocía al mejor de los creyentes, que era aquel que no podía creer en nada.
Se de un dios degradado que se convirtió en un ángel condenado al fuego del olvido.
Se de un dios que siempre huía espantado de las sangrientas guerras que él mismo había provocado.
Se de un dios que deseaba tener de hijo a un Cristo subversivo.
Se de un dios que advirtió a su pueblo que no esperara soles de quién solo regalaba oscuridad.
Se de un dios que odiaba a todos aquellos que tiraban piedras solo para olvidar sus propios pecados.
Se de un dios que se convertía en rayo y que solía fulminar a todos quienes lo adoraban.

Yo he tenido la suerte de que este corazón pagano nunca fue bendecido por ninguno de esos mil dioses que habitaban este mísero Olimpo. Mil dioses que hoy, de pronto, han dejado de existir...

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