La siguiente historia se desarrolla en la intimidad de un matrimonio de clase alta.
Él, no importa como se llama, es vicepresidente de una importantísima compañía de seguros, empresa que durante décadas perteneció a su familia.
Ella, tampoco ahora interesa su nombre, hija de un prestigioso y acaudalado abogado, es una reconocida diseñadora de moda, cuyos trabajos de alta calidad pueden llegar a costar varios miles de dólares.
Pero todo lo que les sobraba en dinero, fama y poder, se volvía escaso cuando se trataba de lograr ese tipo de felicidad que solo puede llegar a dar el amor.
El casamiento de ellos estuvo planificado por sus respectivos padres desde antes que ellos cumplieran diez años. Era lo que se conoce como un "matrimonio arreglado".
Él, ahora con treinta años, y ella, con veintiocho, nunca habían sentido algún tipo de afecto el uno por el otro. Es más, debido a esa monótona y descariñada vida conyugal que ellos llevaban, ese tedio tan descomunal que sentían ni siquiera podía aplacarse con viajes de placer al Caribe, ni con compras de autos último o, ni viajando a Europa acompañados por figuras del jet set. La abulia se fue transformando lenta e inexorablemente en odio y rechazo.
Pero este matrimonio privilegiaba el estatus de ambas familias, y por lo tanto, ninguno de ellos se iba a querer quedar fuera de la herencia, ya que una cláusula en los testamentos redactados les impedía divorciarse al menos por los primeros veinticinco años de convivencia.
Ambos, eran hijos únicos, lo que los convertía, además, en herederos de millonarias fortunas. Lo único que debían hacer era esperar…
Ellos intentaban llevar una vida social en la que aparecieran como un matrimonio feliz y unido, pero una vez que atravesaban la puerta de su principesca mansión, volvían a distanciarse y dejaban de dirigirse la palabra. Podían pasar semanas sin hablarse y sin siquiera mirarse a los ojos.
De más esta decir que no hacían el amor. En ocho años de matrimonio, ellos debieron haberlo hecho solo una docena de veces. Esa falta de pasión los llevó a dormir primero en camas separadas, luego en habitaciones separadas y en muchas ocasiones llegaron a dormir hasta en casas separadas, como solía suceder durante el verano.
Él, no importa como se llama, es vicepresidente de una importantísima compañía de seguros, empresa que durante décadas perteneció a su familia.
Ella, tampoco ahora interesa su nombre, hija de un prestigioso y acaudalado abogado, es una reconocida diseñadora de moda, cuyos trabajos de alta calidad pueden llegar a costar varios miles de dólares.
Pero todo lo que les sobraba en dinero, fama y poder, se volvía escaso cuando se trataba de lograr ese tipo de felicidad que solo puede llegar a dar el amor.
El casamiento de ellos estuvo planificado por sus respectivos padres desde antes que ellos cumplieran diez años. Era lo que se conoce como un "matrimonio arreglado".
Él, ahora con treinta años, y ella, con veintiocho, nunca habían sentido algún tipo de afecto el uno por el otro. Es más, debido a esa monótona y descariñada vida conyugal que ellos llevaban, ese tedio tan descomunal que sentían ni siquiera podía aplacarse con viajes de placer al Caribe, ni con compras de autos último o, ni viajando a Europa acompañados por figuras del jet set. La abulia se fue transformando lenta e inexorablemente en odio y rechazo.
Pero este matrimonio privilegiaba el estatus de ambas familias, y por lo tanto, ninguno de ellos se iba a querer quedar fuera de la herencia, ya que una cláusula en los testamentos redactados les impedía divorciarse al menos por los primeros veinticinco años de convivencia.
Ambos, eran hijos únicos, lo que los convertía, además, en herederos de millonarias fortunas. Lo único que debían hacer era esperar…
Ellos intentaban llevar una vida social en la que aparecieran como un matrimonio feliz y unido, pero una vez que atravesaban la puerta de su principesca mansión, volvían a distanciarse y dejaban de dirigirse la palabra. Podían pasar semanas sin hablarse y sin siquiera mirarse a los ojos.
De más esta decir que no hacían el amor. En ocho años de matrimonio, ellos debieron haberlo hecho solo una docena de veces. Esa falta de pasión los llevó a dormir primero en camas separadas, luego en habitaciones separadas y en muchas ocasiones llegaron a dormir hasta en casas separadas, como solía suceder durante el verano.
Pero una noche sucedió algo decididamente anormal y extraño.
Ella vestida con lencería erótica, ingresó en el cuarto en el que él dormía. Atravesó la puerta con movimientos sensuales, y la tenue luz que ingresaba del pasillo la mostró como una mujer muy atractiva. Irresistiblemente atractiva. Él, había tenido una idea similar, había descorchado una botella de champagne y en sus manos llevaba las dos copas con las que pensaba visitar la habitación de ella. Ambos se miraron detenidamente, sonrieron y se tiraron a la cama para hacerse el amor como nunca lo habían hecho, como nunca lo hubieran imaginado.
A la mañana siguiente, ella se despertó con el sonido del teléfono.
Él la estaba llamando desde la oficina, era la primera vez que lo hacía, para saludarla, mandarle besos y preguntarle con picardía como la había pasado anoche. Ella sonrió y le dijo que lo esperaba para cenar.
Nueve meses después, ella dio a luz a un hermoso bebé y todo parecía encaminarse a una vida feliz, a una familia normal, a un futuro sin sobresaltos.
A la mañana siguiente, ella se despertó con el sonido del teléfono.
Él la estaba llamando desde la oficina, era la primera vez que lo hacía, para saludarla, mandarle besos y preguntarle con picardía como la había pasado anoche. Ella sonrió y le dijo que lo esperaba para cenar.
Nueve meses después, ella dio a luz a un hermoso bebé y todo parecía encaminarse a una vida feliz, a una familia normal, a un futuro sin sobresaltos.
Para mantener la felicidad, muchas veces es cuestión de saber guardar secretos. Por ejemplo en este caso que les relato, todo es cuestión de que él nunca se entere de que ella hacía años que tenía un amante (un empleado de su empresa) y que aquella noche decidió hacer el amor sospechando que ya estaba embarazada de aquel hombre. Todo es cuestión de que ella jamás sepa que él, cada noche, le colocaba unas pastillas en el vaso de agua que bebía antes de dormir, para poder ingresar al cuarto de ella en la madrugada y así poder violarla una y otra y otra vez, descarada e insaciablemente.
Bueno, si les interesa saber que fue de ese bebé, les comento que ya se convirtió en una hermosa niñita de cinco años, traviesa y simpática, muy consentida por su mamá y por su papá, sea quién sea, ya que tanto el esposo como el amante de la señora, quieren muchísimo a esa niña.
FIN
7 comentarios:
Triste e inquietante relato. Gracias por pasarte por mi blog. De cordobesa española a cordobés argentino, tomaré en cuenta tu consejo.
Un saludo
http://nakamasparasiempre.blogspot.com/
es mi blog para que le heches un vistazo y eso vale colega y bueno me gusta tu blog y me gustaria que me escribieras para decir lo que quieras por favor...
El morbo de la acción del hombre da para mucho... Lástima que el argumento y su narración (texto) no este muy trabajado.
Un abrazo
Me gusta mucho lo que escribes, de una manera simple con un toque final,de estas historias todo el mundo conoce una y yo tambien...
Buen relato, me gusto. Eso de los secretitos siempre se ve! a montones.
¡Sos muy buen escritor! ¡Te felicito!
Hola:
Soy chico español (Valencia), con formación universitaria, serio, discreto y muy responsable me ofrezco para “Boda Blanca” para formalizar situación y obtención de documentación a extrajer@s. No busco una relación sentimental, ni sexo, ni de cualquier otra índole. Dispongo de vivienda propia. Si estas interesad@ o interesad@ contacta con migo: sangonera@orangemail.es
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