Ante ella y detrás de una cámara, se hallaba Charly, un joven fotógrafo que se proponía ganar algún dinero con fotografías pornográficas, intentando esbozar un gesto de profesionalismo e inmutabilidad en un rostro que a las claras mostraba un gran estado de excitación. El joven, al contrario de Lulú, estaba bien abrigado, llevando encima de su ropa un grueso poncho de los que suelen vestir los gauchos en las festividades patrias.
Ese poncho era algo oportuno para la ocasión, ya que no solo lo cubría del frío, sino que además le permitía disimular la erección que le estaba causado esa caliente sesión de fotos. Porque ni ese gélido día, ni esos nubarrones oscuros, podían evitar que Lulú se viera espléndida, grandiosa, mostrándose ante la lente como una verdadera diva, sensual y a la vez intimidante, contorneándose con movimientos eróticos entremedio de la vegetación y las rocas multicolores.
Charly, debatiéndose entre pensamientos y delirios obscenos, se hacía un tiempo cada tanto para agradecer a Dios la oportunidad de estar allí, en ese lugar único, admirando el bellísimo cuerpo de esa morocha espectacular y que, por si eso fuera poco, ¡Encima le pagaran por ello! Sin lugar a dudas, pensaba Charly, este debe ser el mejor trabajo que puede llegar a existir.
Pero cuando parecía que no existía nada en el mundo que pudiera hacer que Charly dejara de observar hipnotizadamente a Lulú, algo, quizás porque no era precisamente de este mundo, lo logró.
Por detrás de aquel bello cuerpo femenino, apareció desplazándose a baja altura, un objeto con forma circular y color plateado. No contaba con alas ni motores visibles y no emitía ningún tipo de sonido. Esa máquina, decididamente no era de este mundo.
Charly inmediatamente enfocó su cámara en esa extraña nave y comenzó a fotografiarla ininterrumpidamente, deteniéndose solo en el momento de recargar la máquina con un nuevo rollo.
Lulú tardó en darse cuenta de lo que estaba sucediendo, pero cuando ella giró para observar cual era ahora el centro de atención del joven fotógrafo, se quedó perpleja al encontrarse con ese ovni.
De pronto, la nave abandonó su marcha lenta, su suave desfile ante la cámara, y con unos sutiles zigzagueos realizados a una increíble velocidad, desapareció sin dejar rastros.
Ese encuentro cercano con una civilización extraterrestre, conmocionó profundamente al joven fotógrafo. Lulú, mientras tanto, dejó de sufrir aquel insoportable frío, producto de la excitación que le produjo esa impactante e inesperada experiencia.
Charly, no solo había perdido la calentura, sino que algo en su interior le advirtió que podía darle un nuevo sentido a su vida.
-"Fotos de minas desnudas tiene todo el mundo. Pero fotos de ¡Una nave extraterrestre! ¿Quién no pagaría miles de pesos por ellas?".
Charly salió corriendo y subió a su desastroso auto, rumbo a su laboratorio de revelado. Lulú se quedó sin entender nada aún, sentada sobre una fría piedra, completamente desnuda.
FIN
1 comentario:
Interesante blog. Prometo volver. Saludos...
Publicar un comentario