En la calle hay un chico pidiendo limosnas. Está sentado en la vereda, hace frío, y él está bastante desabrigado. Tiene la cara sucia, el cabello sucio, la poca ropa sucia. Está tiritando, y cada vez que tiene que pedir una moneda, tartamudea por los escalofríos. El niño tiene hambre, tiene sed, tiene piojos, tiene soledad, tiene desesperanzas.
Yo paso a su lado, él me mira, yo no lo miro, él me habla, yo no lo escucho, el estira su mano con la esperanza de recibir una miserable moneda, yo guardo mis manos en los bolsillos de mi cálido abrigo y sigo caminando con mi mirada distante y perdida, intentando ignorar lo que sucede alrededor. Soy un verdadero hijo de mil puta, lo se.
Ya hice media cuadra caminando, y aún puedo escuchar el lastimero pedido de monedas de ese niño que, tirado en la gélida vereda, tirita de frío y de desolación.
FIN
A buen entendedor
Hace 2 días.
4 comentarios:
y alguna vez... te ha remordido la conciencia tu accion??
Le hubieses dado la moneda de la foto, que vale más de un peso, dada la falla que tiene: "Provingias del Río de la Plata".
Sólo te provocó esa reflexión? O acaso pueda servir tu percepción del sufrimiento de ese niño (uno más entre tantos) para tomar conciencia acerca de las necesidades de los demás.
Y es que acaso debemos salir a la calle con una bolsa de monedas para repartirlas y seguir alimentando la miseria de los demás, la conciencia duele (claro que sí) pero no es lo adecuado regalar dinero que quién sabe en que manos va a caer y si le dará algún beneficio al niño, no le demos una moneda demosle el abrigo o un pan.
Qué horrible los comentarios que leo. Qué poesía la tuya, que espanto esa sensación, que es mía, que es de todos, los que sentimos, no los que reflexionamos. Me gusta ver tu emoción, tus letras, tu sensibilidad. Creo que eso es lo que más necesita el mundo.
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