Él era una persona solitaria y malhumorada. Además de aburrida, pesimista, triste. Y todo esto tenía un motivo: nunca se había enamorado. Nunca su corazón se había acelerado al punto de hacerlo estallar de alegría, de emoción, de sueños. Jamás había conocido a la mujer por la cual estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por conseguirla, hablo de una de esas bellas damas que te llevan a cometer todo tipo de locuras con tal de lograr su amor. Esa vida tan gris, tan monótona y vacía que este muchacho llevaba, realmente no valía la pena ser vivida, por lo que en un atardecer de primavera mientras el cielo se volvía de color rojizo, decidió saltar desde la azotea del edificio en que vivía. Y lo hizo. Mientras su cuerpo caía velozmente hacia la calle, sus ojos abiertos, a pesar de que el miedo le hacía estallar el corazón, alcanzaron a ver como en un flash a una joven que, apoyada en la baranda del balcón, miraba como el sol se ocultaba tras los edificios. En ese instante, en una fracción de segundo que quedó congelada, pudo descubrir sus hermosos ojos, su sonrisa melancólica, sus labios sensuales, sus cabellos que flotaban en la suave brisa. Si. ¡Él se había enamorado! Por primera vez en su vida sus latidos galopaban enloquecidamente por causa del amor. Y así, de esta manera, esa chica del tercer piso pudo apreciar con todos los detalles como ese loco suicida terminó con su vida estrellándose en la vereda, sin que nadie se sorprendiera por la noticia de su muerte.
2 comentarios:
ay dios!!!!! una buena agnóstica que menciona a dios porque se quedó sin palabras... casi siempre tus cuentos me dejan así!!! quiero entrar un día y decir "que pinche cuento tan aburrido" jajajaja pero siempre haces que se me abran los ojotes como paloma loca, saludos
excelente. fantástico, realmente.
(feliz año nuevo, y mis mejores deseos para el 2011.que nos sigas deleitando ocn tus escritos.)
saludos
jonessy
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