Obra de Rocío Tisera

miércoles, diciembre 29

Eduardo Galeano - ¿Las cosas por su nombre?



A continuación, un imperdible pensamiento de Eduardo Galeano.

"Hoy por hoy, no queda bien decir ciertas cosas en presencia de la opinión pública: el capitalismo luce el nombre artístico de economía de mercado; el imperialismo se llama globalización; las víctimas del imperialismo se llaman países en vías de desarrollo, que es como llamar niños a los enanos; el oportunismo se llama pragmatismo; la traición se llama realismo; los pobres se llaman carentes, o carenciados, o personas de escasos recursos; la expulsión de los niños pobres por el sistema educativo se conoce bajo el nombre de deserción escolar; el derecho del patrón a despedir al obrero sin indemnización ni explicación se llama flexibilidad del mercado laboral; el lenguaje oficial reconoce los derechos de las mujeres entre los derechos de las minorías, como si la mitad masculina fuera la mayoría; en lugar de dictadura militar se dice proceso; las torturas se llaman apremios ilegales, o también presiones físicas y psicológicas; cuando los ladrones son de buena familia, no son ladrones, son cleptómanos; el saqueo de los fondos públicos por los políticos corruptos responde al nombre de enriquecimiento ilícito; se llaman accidentes los crímenes que cometen los automóviles; para decir ciegos, se dice no videntes; un negro es un hombre de color; donde dice larga y penosa enfermedad, debe leerse cáncer o sida; repentina dolencia significa infarto; nunca se dice muerte; sino desaparición física..."

domingo, diciembre 26

Cinco Minutos



Tumbados. Óleo de Ernst Ludwig Kirchner

El no quería adorarla
ni extrañarla,
ni consentirla,
ni respetarla,
ni quererla para siempre.
Solo deseaba
hacerle el amor
por cinco minutos,
no más que eso,
no menos que eso,
y largarse de su lado
para nunca jamás
volver a verla.
Lamentablemente para él
lo logró.
Su problema comenzó
aquel triste día
que se dio cuenta
de que extrañaba
con terrible desesperación
aquellos cinco minutos
que una vez supo vivir
junto a ella.

jueves, diciembre 23

Borges en cuatro frases

Ilustración de Peiró

- El tiempo me ha enseñado algunas astucias: eludir los sinónimos, que tienen la desventaja de sugerir diferencias imaginarias; eludir hispanismos, argentinismos, arcaísmos y neologismos; preferir las palabras habituales a las palabras asombrosas; intercalar en un relato rasgos circunstanciales, exigidos ahora por el lector; simula pequeñas incertidumbres, ya que si la realidad es precisa, la memoria no lo es; narrar los hechos (esto lo aprendí de Kipling y en las sagas de Islandia) como si no lo entendiera del todo… es curiosa la suerte del escritor. Al principio es barroco, vanidosamente barroco, y al cabo de los años puede lograr, si son favorables los astros, no la sencillez, que no es nada, sino la modestia y asceta complejidad.
- ¿Qué le leería a Dios si pudiera leerle algo? Seguramente nada mío. Aunque sería interesante leerle la Biblia. Y seguramente, en algún párrafo, Dios nos detendría para decirnos que eso no es así. Y entonces estaríamos frente a un Dios ateo.
- Ciertamente, el avión no nos ofrece nada que se parezca al vuelo. El hecho de sentirse encerrado en un ordenado recinto de cristal y de hierro no se asemeja al vuelo de los pájaros ni al vuelo de los ángeles. Los vaticinios terroríficos del personal de a bordo, con su ominosa enumeración de máscaras de oxígeno, de cinturones de seguridad, de puertas laterales de salida y de imposibles acrobacias aéreas no son ni pueden ser auspiciosos. Las nubes tapan y escamotean los continentes y los mares, los trayectos lidian con el tedio…
- He firmado tantos ejemplares de mis libros que el día que me muera va a tener un gran valor uno que no lleve mi firma.