La mujer más bella de aquel pueblo era una joven de dieciocho años llamada Yamila. No hubo hombre que no cayera ante sus encantos y que no quedara hipnotizado ante sus ojazos verdes esmeralda, su rostro delicado y armonioso, y esas curvas marcadas que presentaba su delicado cuerpo. Por eso, la decepción fue mayúscula y generalizada cuando luego de una larga espera, la población masculina comprobó que el hombre que ella eligió para casarse era ni más ni menos que Don Gervasio ¡un viudo de setenta años! Decepción y también muchísima sorpresa, ya que el viejo no era ningún acaudalado estanciero, mucho menos atractivo y encima tenía fama de solitario y huraño. Las comadres del pueblo salieron automáticamente con sus chismes diciendo que el viejo había hecho un pacto con el mismísimo demonio con el pervertido fin de conseguirse jovencitas, otras decían que Don Gervasio había engualichado a Yamila con algunos antiguos brebajes que le consiguió alguna bruja. Entre tanto, en el bar del pueblo algunos hombres comentaban que el viejo poseía un miembro viril de medidas descomunales, mientras que otros sostenían la teoría de que el anciano tenía superpoderes sexuales gracias a unas infusiones que realizaba con unos milagrosos yuyos que había encontrado en las sierras. Los más mal pensados del lugar insinuaban que si bien Don Gervasio no tenía ni un peso partido por la mitad, quizás estaría a punto de cobrar una cuantiosa herencia que la malvada Yamila le estaría por robar. Lo cierto es que el viejo y la bella joven se casaron, la boda fue una linda ceremonia, y la fiesta, a pesar de ser bastante austera, fue muy alegre y concurrida. Todo marchaba bien hasta que al cabo de un año, el paso del tiempo y las cuestiones biológicas terminaron de hacer su trabajo y así el pobre Gervasio partió de este mundo. Yamila, ahora una bella joven viuda, guardó religiosamente su luto y rechazó a cada hombre que se le acercó, aún luego de cumplirse un año del deceso de su marido. Un día, las comadres del pueblo se reunieron en la plaza y decididas, fueron en busca de la joven para sacarse la duda de una vez por todas. “¿Qué tipo de gualicho hizo el malicioso de Don Gervasio para quedarse con la belleza de esa joven?” Yamila las enfrentó muy indignada y gritó a viva voz a todos los que pudieran escuchar: “¿Quieren saber con que tipo de embrujo me conquistó? ¡Con amor! ¡Con ternura, cariño, comprensión, compañía! ¿Acaso no saben lo que es el amor? ¡¡¡Váyanse de aquí inmediatamente!!!”
Las viejas chusmas se retiraron murmurando por lo bajo, comentando lo poderoso que debe haber sido aquel gualicho que el viejo le dio a la joven, ya que su efecto perdura aún luego de su muerte.
3 comentarios:
Nada es amor, nunca es amor, siempre hipocresía, envidiosos...
Me gusta tu originalidad, QUiero un libro tuyo para poner en mi estantería y acordarme de tí.
aun tengo poemas de tu autoria y seguis escribiendo igual, me encanto este cuento en particular
aun tengo poemas de tu autoria y seguis escribiendo igual, me encanto este cuento en particular. tu alma gemela
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