Ella nunca me habla, nunca me dice nada, solo me observa fijamente con sus enormes ojos negros, como si estuviera a punto de hipnotizarme. Me mira como si me amara, como si me odiara, como si estuviera a punto de decirme algo, aunque se que no lo hará, como si se encontrará a punto de hacer algo, y creo que es eso a lo que más temo.
Yo no la veo tan hermosa como se que la contemplan algunos. Para mi ella es triste, mediocre, ordinaria… Lo que no puedo negar, es que si son bellos sus ojos oscuros que me atrapan inevitablemente, al punto de que me es imposible huir y evitar caer en ellos. Pero obviando ello, no, en realidad no me gusta. Será porque cuando ella se acerca hacia tu rostro y te acaricia con sus manos frías, toda tu vida pasa ante ti y te das cuenta lo ingenuo y estúpido que has sido. Será porque cuando finalmente te besa, sin pasión, sin amor, percibes que ya todo se acabó y que ya no hay a donde ir, y tan solo queda desaparecer sin dejar rastros en este infinito universo.
Pero ella es fatal, inevitable. Por eso, vaya a adonde vaya, haga lo que haga, ella caminará a mi lado sin dejar de observarme, con esos magníficos y fascinantes ojos negros.
1 comentario:
hay cosas que son inevitables, y lo único que es realmente seguro es... bueno, la presencia final de esos ojos negros...
muy interesante. y muy bien construido.
afectuosos saludos
jonessy
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