Óleo de Sol Halabi
“No te mueras sin decirme a donde vas”, le susurré al oído en su lecho de muerte. “Toda mi vida te amé, e igual te amaré después de esta vida. Si vas al paraíso, allí iré a buscarte. Si vas al infierno, quédate tranquila que yo también iré allí a darte mi compañía”, le aseguré antes de que ella, la persona que más he amado, exhalara su último suspiro. Ella cerró los ojos y por un momento pareció dejar de respirar. De pronto lanzó un gemido y luego alcanzó a murmurar con mucha dificultad: “in-fier-no”. No alcanzó a decir mas nada y así cerró sus ojos para siempre.
Desde ese día he pecado de todas las maneras posibles, he cometido las lujurias y las perversiones mas bajas conocidas por la humanidad, todo para merecerme el mismísimo infierno. Cualquier cosa daría con tal de poder reencontrarme con mi amor de siempre...
5 comentarios:
que triste.. me hizo acordar a la pelicula de Robin Williams "Mas alla de los sueños". Es el lado triste del amor y por otro lado, el mas hermoso, el mas incondicional.
Es graciosisimo. ¿Y si no va al infierno pero con tal de perderlo de vista? Y lo bien que se lo ha pasado pecando....
Esto debe ser lo que llaman fidelidad.
triste pero muy cierto...se te extraña...yo
se me ha secado el cerebro... pero a ti no!
pronto volveré, con cosas no tan bonitas como las de siempre pero lo intentaré esta semana :)
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