Obra de Rocío Tisera

jueves, junio 18

Un poderoso tornado

Un poderoso tornado destruye por completo a mi indefensa ciudad.
Atrás de mi ventana, resignado, veo como ese gigantesco torbellino arrasa a su paso arrastrando todo lo que se le interpone: techos de casas, autos y árboles, entre otras cosas. Miles de objetos giran y giran en él, como seducidos por un baile trágico.
Antes de huir para refugiarme en el sótano, no puedo evitar observar una cosa pequeñita que da vueltas en el aire a una elevada altura y que grita, no, que no grita, sino que llora desconsoladamente. Es un bebé. Un pequeño bebé que flota en ese enloquecido viento como lo haría la hoja de un árbol en una suave brisa.
Salgo a la calle aún sin saber bien que es lo que debía hacer y corro tras ese niño que poco a poco va perdiendo altura. Cuando giro mi vista a un costado, puedo observar que el tornado se aleja de la ciudad, como bien podría hacerlo un lobo satisfecho luego de haber devorado todas las ovejas. Miro hacia delante y tengo ante mí, llorando aún sin consuelo, al bebé volador que milagrosamente se posó en el suelo sin tener ninguna herida a la vista. Lo tomo con mucho cuidado, lo protejo del frío entre mis brazos, y lo beso con amor, aunque también con muchísima pena.
Ese angelito de no más de seis meses de vida, seguramente ha perdido a sus padres en este desastre, y no hay nada que yo pueda hacer para calmar ese profundo llanto, salvo darle un poco de calor. Creo que eso es lo único que no se pudo llevar ese cruel tornado de aquí.

No hay comentarios.: