Obra de Rocío Tisera

domingo, enero 28

La cruel verdad

-Raúl, ¿No piensas que nuestra hija es hermosa?
-Si Roxana, muy hermosa.
-Es muy parecida a mí. Tengo una foto de cuando tenía cinco años y somos realmente iguales: los mismos labios finitos, el mismo color de ojos, la nariz chiquitita y hasta los mismos rulos… ¿No te parece, Raúl?
-Si Roxana… a decir verdad, esto que me acabas de decir, me hizo tomar valor para hablarte de un tema muy delicado que, sinceramente, ya no puedo ocultarte más. Así que… te lo diré de una maldita vez.
-Raúl, me estás asustando, dímelo rápido ¿De que diablos se trata?
-Roxana, no se por donde comenzar, pero…Clarisa no es tu hija…y…
-¡Ja, ja, ja!...muy gracioso ¡Eres tonto! Por un momento me asustaste, no sabía con que me ibas a salir, pensé que se trataba de…
-¡Cállate un poco, mujer! Déjame terminar. Clarisa no es tu hija, si bien la tuviste nueve meses en la panza y apenas nació la tuviste entre tus brazos, la realidad es que ella es hija de otra mujer…
-Raúl ¿Qué mierda te pasa? ¿Estas borracho, drogado, delirante…? ¿De que estas hablando?
-No Roxana, ninguna de esas cosas. Yo te soy infiel desde hace seis años. ¿Te acuerdas cuanto tiempo intentamos tener hijos y no pudimos? ¿Recuerdas que tú me echabas la culpa a mí, de a estéril y que nunca haría realidad tu sueño de ser madre? Bueno, en realidad siempre tú fuiste la del problema. Yo no te llevé a esa clínica de casualidad. La especialista sobre fecundación artificial es mi amante. El óvulo fecundado por mi esperma no era el tuyo sino el de ella…
-¿Me quieres hacer creer que tú y la doctora Elizabeth Fernández Reyes son amantes? ¡Pero por favor! Eso nadie te lo cree. Te creería si me dices que me has engañado con una negrita fiera, de esas a las que le tienes que pagar algunas copas, pero no con ella… ¡Ja, ja, ja!...
-Mira Roxana, me creas o no me interesa. Lo único que hago es avisarte que la semana que viene me voy a buscar un abogado para comenzar con los trámites del divorcio y en cuanto a Clarisa, bueno… con Elizabeth hemos decidido que se venga a vivir con nosotros. Y si te opones, pediremos al juez que le realicen a Clarisa un ADN para que determine quién es la verdadera madre de ella. Lo siento Roxana, pero las cosas son así…

Raúl hizo una llamada con su celular y a la media hora, un lujoso auto importado se detuvo frente a su casa. Tomó su abrigo y se marchó.
Roxana pudo ver a través de la ventana como su esposo le daba un largo y apasionado beso a la doctora Fernández Reyes, antes de partir velozmente con rumbo al centro de la ciudad.
Roxana subió corriendo las escaleras y entró silenciosamente al cuarto de Clarisa. Su pequeña se encontraba durmiendo, plácidamente, como un dulce angelito. La contempló embelesada durante algunos minutos, la abrigó con otra frazada y luego, recostándose ella también en la pequeña cama, comenzó a llorar totalmente aturdida por la confusión.

FIN

No hay comentarios.: