Un robot plateado se encontraba inmóvil en medio de una inmensa sala vacía. De pronto, la compuerta se abrió, y un robot dorado ingresó rápidamente, repitiendo con ese desagradable sonido de timbre metálico que los caracteriza: "111010100". El robot plateado, de esa manera, se activó de repente, y le contestó con una voz muy débil: "01000101001". El recién llegado, automáticamente, se acercó a él, levantó bien alto lo que en términos humanos sería su mano derecha y la descargó con toda su potencia sobre el sitio en donde se encontraba el cerebro artificial de ese robot plateado. Luego de esto, el robot dorado, sin perder tiempo, se marchó del lugar, para no volver jamás a entrar a esa sala.
MORALEJA: No culpes a los robots de ser demasiado violentos y peligrosos. Culpa mejor al violento y peligroso humano que los programó.
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