Hoy hace mucho calor. Bah! Hace el mismo calor de siempre. Por lo menos es un día tranquilo, hoy no hubo disparos. Debe ser que tanto ellos como nosotros nos tomamos un descanso. ¡Por fin! Hace tanto tiempo que estamos haciendo esta guerra…
Tengo sed, tengo hambre, pero miedo no, no tengo. Lo perdí en mi primer día en el campamento. Esa mañana me sacaron del lado de mi familia, me dieron el uniforme que ahora estoy usando y me enseñaron rápidamente a usar el rifle que ahora tengo entre mis manos. Vi morir a mucha gente. Realmente a mucha. Vi como morían a mi lado personas que minutos antes habían estado conversando conmigo. Vi morir a esa chica que no quiero nombrar y que iba al mismo colegio que yo. Por eso ya no tengo miedo. Tanta muerte hizo que me acostumbrara a ella y ya no me afecta en nada. Quizás por eso me llama la atención que no se escuchen disparos. Extraño el ruido, los estallidos, las detonaciones, los gritos, hay mucho silencio. Y obvio que también extraño a mi familia, aunque dudo que ellos aún estén vivos. Y si lo estuvieran no sabría donde buscarlos porque de la aldea ya todos huyeron. Yo solo intento sobrevivir. No mato porque odie a los otros, sino para que ellos no me maten. Y obedezco a mis superiores no porque los respete o porque ellos tengan razón, sino para que no me molesten. He visto las cosas que le hacen a mis compañeros que se ponen rebeldes… Pero hoy es un día hermoso, bastante hermoso. Hoy no vi a ninguno de los otros, aunque a decir verdad, tampoco vi a ninguno de los míos. Debo haberme separado demasiado de mi patrulla, y eso es peligroso, porque puedo caer en una emboscada, o pisar una mina terrestre, o ser atacado por algún animal de esta espesa selva. Yo solo quiero sobrevivir, por lo menos hasta mañana, porque será para mí un día especial. Mañana es mi cumpleaños y aunque sea solo, lo voy a festejar. Ayer me robé una petaca de ginebra que encontré en la tienda de campaña del comandante y la reservaré para hacer un brindis por mí. Ojalá que mañana el día sea tan lindo como hoy, y ojalá que todo esté así de tranquilo, porque para mí es una fecha muy especial. En estos momentos desearía estar con mis padres y hermanos y que ellos pudieran estar a mi lado para cantarme el “¡Que lo cumplas feliz…!” Mañana cumplo diez años. Si, ¡diez años! Mi primera década de vida. Un viejo soldado me dijo que esta guerra empezó mucho antes que yo naciera. ¡Qué locura! Para mí, diez años es toda una vida…
Tengo sed, tengo hambre, pero miedo no, no tengo. Lo perdí en mi primer día en el campamento. Esa mañana me sacaron del lado de mi familia, me dieron el uniforme que ahora estoy usando y me enseñaron rápidamente a usar el rifle que ahora tengo entre mis manos. Vi morir a mucha gente. Realmente a mucha. Vi como morían a mi lado personas que minutos antes habían estado conversando conmigo. Vi morir a esa chica que no quiero nombrar y que iba al mismo colegio que yo. Por eso ya no tengo miedo. Tanta muerte hizo que me acostumbrara a ella y ya no me afecta en nada. Quizás por eso me llama la atención que no se escuchen disparos. Extraño el ruido, los estallidos, las detonaciones, los gritos, hay mucho silencio. Y obvio que también extraño a mi familia, aunque dudo que ellos aún estén vivos. Y si lo estuvieran no sabría donde buscarlos porque de la aldea ya todos huyeron. Yo solo intento sobrevivir. No mato porque odie a los otros, sino para que ellos no me maten. Y obedezco a mis superiores no porque los respete o porque ellos tengan razón, sino para que no me molesten. He visto las cosas que le hacen a mis compañeros que se ponen rebeldes… Pero hoy es un día hermoso, bastante hermoso. Hoy no vi a ninguno de los otros, aunque a decir verdad, tampoco vi a ninguno de los míos. Debo haberme separado demasiado de mi patrulla, y eso es peligroso, porque puedo caer en una emboscada, o pisar una mina terrestre, o ser atacado por algún animal de esta espesa selva. Yo solo quiero sobrevivir, por lo menos hasta mañana, porque será para mí un día especial. Mañana es mi cumpleaños y aunque sea solo, lo voy a festejar. Ayer me robé una petaca de ginebra que encontré en la tienda de campaña del comandante y la reservaré para hacer un brindis por mí. Ojalá que mañana el día sea tan lindo como hoy, y ojalá que todo esté así de tranquilo, porque para mí es una fecha muy especial. En estos momentos desearía estar con mis padres y hermanos y que ellos pudieran estar a mi lado para cantarme el “¡Que lo cumplas feliz…!” Mañana cumplo diez años. Si, ¡diez años! Mi primera década de vida. Un viejo soldado me dijo que esta guerra empezó mucho antes que yo naciera. ¡Qué locura! Para mí, diez años es toda una vida…
3 comentarios:
Mi abuelo con doce años trabajaba en la mina y ya estaba pensando que le faltaba muy poco para casarse...
La primera década y ya son... ¡Uf!
uyyy estremece pensar en un niño de 10 años en una guerra. Y sin embargo, no es tan imposible como uno desearía creer...
Es una realidad que argumenta mi escéptisismo.
Siempre que me cachetea la realidad con estas cosas pienso: Definitivamente no hay un supuesto dios.
No concibo la posibilidad de ver a mi hijo con un arma en la mano. No lo permitiria. Lo protegeria.
Esto me hace pensar si realmente la culpa es de ese tal dios o de nosotros...
Aunque la naturaleza colabora bastante con eso.
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