CALAVERA: Cada mañana, al despertar, en el momento de ir al baño y verme en el espejo, me sucede algo extraño. Me veo, y en ese reflejo veo no una cara, sino una calavera. Un cráneo sin vestigios de piel ni de carne, tan solo huesos, huesos blancos y brillantes. De nada me sirve lavarme el rostro una y otra vez e intentar despertarme. Allí seguirá esa tétrica calavera mirándome con el negro vacío de sus cuencas sin ojos. Y, a pesar de todo, eso no es lo más extraño, eso viene después. Salgo a la calle y nadie nota mi espantoso aspecto, me observan y me hablan como si todo estuviera perfecto, como si en realidad yo tuviera un rostro como todos y no esa apariencia de careta de Halloween que veo a través del espejo. Yo, por las dudas, a lo largo del día, intento evitar ver mi cara reflejada en los vidrios, asqueado contemplar esa figura. Solo me consuelo, si se puede decir consuelo, pensando que esto que me sucede a mí, en realidad les ocurre a todos, a todo el mundo, salvo que todos callan, así como lo hago yo…
AUTO SIN CONDUCTOR: Un auto sin conductor pasa a toda velocidad por la calle. Yo voy por la vereda y no puedo creer lo que estoy viendo, lo que no estoy viendo. Ahora el auto está frenando violentamente en la esquina y da marcha atrás. Ahora ese auto viene por mí, lo se, aunque no tenga ningún motivo para hacerlo, aunque yo no haya hecho nada malo, aunque nadie lo conduzca…
CERVEZAS: Destapé una botella de cerveza y ante mí apareció un genio, saliendo del envase como si lo hiciera de la lámpara de Aladino. Tal como sucede en los cuentos, el genio me concedió tres deseos y yo rápidamente le pedí: “Mujeres, dinero e inmortalidad”. Pero el muy hijo de puta del genio, quizás para burlarse de mi, solo me trajo tres cervezas más. Y encima calientes…
AUTO SIN CONDUCTOR: Un auto sin conductor pasa a toda velocidad por la calle. Yo voy por la vereda y no puedo creer lo que estoy viendo, lo que no estoy viendo. Ahora el auto está frenando violentamente en la esquina y da marcha atrás. Ahora ese auto viene por mí, lo se, aunque no tenga ningún motivo para hacerlo, aunque yo no haya hecho nada malo, aunque nadie lo conduzca…
CERVEZAS: Destapé una botella de cerveza y ante mí apareció un genio, saliendo del envase como si lo hiciera de la lámpara de Aladino. Tal como sucede en los cuentos, el genio me concedió tres deseos y yo rápidamente le pedí: “Mujeres, dinero e inmortalidad”. Pero el muy hijo de puta del genio, quizás para burlarse de mi, solo me trajo tres cervezas más. Y encima calientes…
5 comentarios:
Ya esta el simpático de turno que te cambio el espejo por un cuadro cadavérico. Y además se ha comprado un radio-control para acojonarte con el coche.
PD. Lo que no has contado cuando abriste la última cerveza, (esa que sale el genio) es como te va con el síndrome que te produce alucinaciones… Y más, cuando habías olvidado la caja de cervezas fuera de la nevera.
Muy buenos.
Gustavo siempre estos cuentos me encantan y asombran , muy buenos y de suspenso , deberías publicarlos!!
Un abrazo y besos grandes , disculpa mi demora en pasar****************
Besos Ali.
Que genio mas HP .
Yo también veo la calavera.
una vez me ví en el espejo durante 10 minutos, sin pestañear, a los ojos
y me convertí en calavera, pero mis músculos faciales nadaban escurriéndose por mi cara para luego desaparecer así que fue maravilloso
mi mamá entró al cuarto y yo la vi con mi "caRavera" a los ojos creyndo que la asustaría... sólo dijo "¿qué traes? ya vente a cenar con tus hermanos ándale"
cuando volví de cenar ya era yo y me hubiera gustado seguir siendo cara de calaca
bye
Una vez leí un precioso cómic de Alberto Breccia. El Diablo le ofrecía al personaje, Alvar Mayor, un deseo a cambio de su alma. El personaje aceptó y su deseo para el Diablo fue: que desaparezcas.
Yo le hubiera pedido al genio que al menos me trajera fresquitas las cervezas.
Brindo por ti. Genio.
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