Obra de Rocío Tisera

lunes, diciembre 14

Con una simple mirada

"Hablar con la mirada". Obra de Luciana Muñoz.



Cuantas veces quisiera que con solo con una simple mirada, pudiera decirte todo lo que siento, todo lo que pienso, todo aquello que solo tú debes comprender, pero que nadie más debe saber. Que práctico sería que con solo una simple mirada, pudieras entender todo lo que infructuosamente intento transmitirte en esta maraña de palabras que cada tanto escribo en este sitio. Que bueno sería para mí que con solo una simple mirada, pueda decirte con claridad: “Te amo. Te odio. Ámame. Olvídame…”

sábado, diciembre 12

MICROCUENTOS 20

Pintura de Dalmacio Rojas


BANCO

Sentado en el banco de una plaza, pienso que podría vender mi sangre a un banco de sangre, y vender mi esperma a un banco de esperma, y reunir todo ese dinero y depositarlo en un banco, en uno de esos bancos de dinero, nomás. Esto es lo que tengo que hacer. Total, yo me las banco…

TITANIC

Se dice en mi familia, que mi tatarabuelo solía relatar que él tenía un amigo que se había salvado de milagro del naufragio del Titanic, pero que poco tiempo después, había muerto ahogado con una galletita de agua. No creo que esto sea cierto, aunque se muy bien que a veces el destino se divierte con nosotros jugándonos bromas. Con muy malas bromas.

AMBULANCIA

Veo pasar una ambulancia a toda velocidad, como un rayo que cruza ante mis ojos. Seguramente, para las personas que viajan en ella no es tan así, y todo les debe parecer como una pesadilla en la que las escenas transcurren en cámara lenta. Debe ser por esto que suelen decir que el tiempo es relativo.

jueves, diciembre 10

Buitre

Pintura de Luís Saavedra (1929-1980)



Como buen buitre
que yo se que soy,
me lanzaré furioso
sobre tu cuerpo aún tibio,
y con mucho placer
devoraré en un instante
la carroña de tu calma,
la roña de tu alma.
No me juzgues.
Solo soy un buitre,
que quiere devorarte el corazón,
para acabar con tanto silencio,
y para poder soñar
aunque solo sea
por una vez,
con que ya no existe
más frío en mi ser,
ni más soledad
a mi alrededor.

martes, diciembre 8

Keiko

"Amanecer". Dibujo de Rocío Tisera



Keiko se despertó a la hora en que su padre salía a trabajar. Deben haber sido no más de las siete y treinta de la mañana, y esa traviesa niña de seis años ya no pudo volver a dormirse. Por eso se levantó sola, se calzó unas sandalias y corriendo salió a la calle. Inmediatamente se puso a jugar con un perrito vagabundo que husmeaba en la basura de la calle. Su madre aún dormía profundamente, tal como lo hacían los tres hermanitos de Keiko. La niña, con toda su inocencia, nunca podría haber imaginado que el peligro se acercaba. En un momento, el animalito pareció cansarse de los mimos de Keiko y decidió marcharse, corriendo por el callejón. La niña, que aún no se había cansado de jugar, salió a perseguirlo, siguiéndolo sin darse cuenta que se alejaba demasiado de su hogar. Luego de una larga persecución, finalmente Keiko pudo atrapar al perro, justo en el mismo momento en que una estridente alarma se escuchó en el aire. Era una señal de alerta para que la población se dirigiera a los refugios antiaéreos. Pero ella no entendía lo que sucedía.
De pronto, cientos de personas iban apresuradas por la calle. Muchas eran mujeres que huían desesperadas con sus niños semidesnudos, todos llorando asustados, chocándose entre si, buscando algún lugar seguro en donde resguardarse.
Al cabo de un par de minutos, Keiko volvió a estar sola en el medio de la calle. Tenía su perrito entre sus brazos, lo acariciaba y se reía, y muy pronto se olvidó de la escena que acababa de ver, aunque el ruido de tres aviones que surcaban el cielo le llamó la atención. Con mucha curiosidad se puso a verlos, mientras le hablaba a su nueva mascota y le contaba que eso que estaba allá arriba eran aviones, y que los aviones vuelan, y que a veces llevan gente y otras veces llevan bombas.
En un momento, ella se dio cuenta que estaba muy lejos de casa y regresó saltando y cantando sin dejar de abrazar a su amiguito. Volvió a mirar el cielo, y alcanzó a ver un brillo desmesurado que todo lo envolvía, como si el mismo sol se hubiera bajado del cielo para posarse sobre su casa.
Keiko nunca pudo llegar a casa.

(Eran las ocho y cuarto de la mañana del seis de agosto de 1945, cuando en Hiroshima, una ciudad de Honshu, la más importante isla del Japón, sufrió el genocidio causado por el primer ataque nuclear lanzado por los Estados Unidos. La bomba mató a más de 120.000 personas e hirió a 70.000, de una población de 450.000 habitantes. Hiroshima fue destruida casi en su totalidad. Tres días después, la ciudad de Nagasaki sufriría el segundo y último ataque nuclear de los Estados Unidos. Allí murieron 50.000 personas y 30.000 fueron heridos de una población d 195.000 habitantes. Todo se volatilizó en un segundo, a casi 4.000 grados dejando solo un hongo atómico de un kilómetro de altura.)

Luego del ruido ensordecedor de la explosión, hubo un largo silencio, y luego de ello, todo se convirtió en un coro de llanto y de lamentos. Cientos y cientos de fantasmas ciegos, sin cabellos, sin piel, deambulaban entre los escombros y las cenizas de lo que solían ser sus hogares, en busca de sus seres queridos.
Ya no existía ningún lugar adonde ir.

domingo, diciembre 6

Brillar

Pintura de Miguel Dávila


¿Quién eres en realidad? ¿Eres tú quién finges, o soy yo quién se equivocó, por idealizarte, por creer ver alrededor de ti un aura mágica que todo lo impregnaba?
Lo único de lo que estoy seguro, es que yo fui quién te descubrió, quién encendió esa chispa que te dio la vida, yo fui quien te hizo brillar.
Brillar.
Y ese fue justamente mi fin. Porque primero tú me iluminaste y luego terminaste por enceguecerme. Aunque eso no fue precisamente lo que me hizo sucumbir.
Lo que realmente me destruyó, es que hoy tú brillas para todos. Para todos, menos para mí.